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Thursday, October 17, 2024

vEO QUE CADA VEZ HAY MAS OBLIGACIONES PARA PUBLICAR UNA FOTO. MAS ENCIMA NO FUNCIONA. QUE DESILUSION, A MEDIDA QUE PASA EL TIEMPO ES PEOR EN VEZ DE SER MAS LIBRE. ........................................................................... PIRATES 16- CARL OVE. Cuento de CF escrito por Alfredo Francisco Humberto Juillet Frascara. 2023.- 2024. Personajes. Carl Ove, ex oficial de Flota Espacial Occidental. Jim Juan Oscar Ángela Karfwell, profesora humanidades. Imperio Vironio Capitulo 1. Página 1. En el almuerzo, después de dos días de estar cazando dinosaurios, Carl dijo: "Brindo por Oscar, Jim y Juan! Una partida de caza muy productiva!"- "Y gracias a su pericia, también, Señor! La mitad de lo cazado a balazos fue obra suya!"- Comento Oscar, bebiendo de su vaso con vino. Carl sonrió; su rifle tenia visor telescópico, lo cual no era raro que acertara a cada balazo. Ángela Karfwel, la profesora de humanidades, le miro y dijo: "Apuesto a que Ud. fue militar en su pasado." "Así fue, señorita! Serví bajo el capitán Clover, de la flota espacial terrena. Estuvimos a un tris de quedarnos con el mundo, pero nos la gano el Viejo Imperio Vironio, que ha resultado menos exigente que los Terrenos."- Dijo Carl, sin decir que los de la Flota Espacial le habían estado buscando para meterlo preso. "Ven? Yo distingo a las personas con solo verlas!"- Se ufano la profesora Karfwell. Oscar dijo: "Lo raro es que nunca se ha visto una nave aérea por acá. Debemos estar lejos de ciudad Cornejo." página 175. "Como capataz, que te parecen los nuevos trabajadores?"- Lazlo, que tenia reprimendas, dijo no lo que pensaba sino lo que creyó el Arquitecto quería escuchar: "Me parece un selecto grupo, Señor. Si bien hay algunos jóvenes, a ellos se les puede dar órdenes para desempeñarse en las labores livianas."- "O sea, que nos sirven?"- Interrogo Tobías. "Por supuesto, Señor! Además hay quince hombres del grupo anterior , gente que prefirió venir antes de quedarse sin hacer nada en sus hogares."- Dijo Lazlo. Los ojos de _Tobías se abrillantaron ante esta noticia, dijo: "Me parece lo correcto! Bien, anda a repartir labores! El tiempo apremia."- Lazlo dividió el trabajo en grupos y paso ese día fijándose que nadie se quedara de ocioso. En esto le ayudaban Pinto y José. Todo marcho bien por seis días, y al séptimo aparecieron dos grandes cocodrilos. Lazlo y sus ayudantes comenzaron a dispararles, matando a uno e hiriendo al otro, que siguió rio abajo, mientras los trabajadores celebraban el haberles espantado. Los trabajos se normalizaron y Tobías Sanhueza pudo completar su encargo y entregar el puente en buenas condiciones tras cuarenta y ocho días de labores. "Debe reinaugurarlo, don Valente! La gente le espera ver."- Aviso Covarlen, su tesorero. "Bien! Iré. Sé que me ganare el aprecio de al menos una docena de personas importantes."- Dijo Valente, vanagloriándose por adelantado. A los dos días de esta conversación Valente y un grupo de asesores suyos cortaba el cordón que impedía el paso y la gente aplaudió ese gesto. El primer vehículo fue el suyo, seguido de una veintena de otros automóviles, de gente invitada a un banquete al otro lado del puente. había un clima agradable y el rio corría como de costumbre. "Todo salió bien, querido! No había a que hacer otro puente!"- Dijo su mujer, la bella Minerva Sarina. La comitiva se detuvo al final del camino, en donde existía un pequeño pueblo de agricultores, pero por supuesto, no se quedaron allí sino que en casa de un terrateniente millonario, el señor Francisco Durlet, quien les recibió a la entrada de su mansión. "Bienvenido, Señor Administrador! Le felicito por su buen desempeño. Pase a conocer a mi esposa."- Dijo Don Francisco Durlet, sonriente. La bella Minerva Sarina frunció el ceño, ya que en el saludo del millonario no se le había incluido... Subieron la escalinata, que tenia barandas de piedra a ambos lados, coronadas por una maceta de roca azulina, en que descollaban ramos de flores hermosas. En el hall de entrada el piso consistía de baldosas lustrosas de color verde jaspeado, y la dueña de casa salió a recibirles, vestida con un diminuto traje rosa, diciendo: "Bienvenidos a nuestra casa ! Gusto en verles por aquí, Señor Administrador, y Señora esposa!" Ahora la bella Minerva Sarina sonrió, pues se le había hecho el cumplido esperado, y por ello le cayó bien la personalidad de Alma, la esposa del terrateniente 177. Entraron al salón, decorado especialmente para la ocasión, aunque ya de por si recargado de estatuas con sus correspondientes pilares; representando la figura humana en diferentes posiciones. "Que bellas estatuas! Debe Ud. tener un magnifico escultor!"- Alabo el Administrador Valente, aunque en su fuero interno desdeñaba toda obra de arte como superflua. "Así es! Lo traje desde el mismo puerto en que llego con una maleta llena de sueños! Acá le tengo una cabaña para él solo, en donde puede trabajar en un taller adjunto. "- Dijo Don Francisco Durlet, sonriente. "Ah, pues entonces me lo debe presentar! Sabe, en mi administración hay mucho de trabajo manual pero nada de arte escultórico! Quizás pueda hacerme una estatua ecuestre, conmigo de jinete."- Comento Valente, pensando en decirle al artesano que le mejorara algo el físico- sobre todo, no mostrar tanta barriga. 178. Por indicación del anfitrión, se sentaron al fresco de una puerta francesa, en ese momento abierto al jardín, que tenia rociadores de agua que refrescaban el ambiente. "Así es que al fin tenemos el puente reparado! le felicito, ya que era muy necesaria esa reparación."- Dijo Don Francisco Durlet, mientras un mozo serbia bebidas ligeramente alcohólicas. "Me costó bastante dinero hacerlo, pero al fin quedo listo! Ahora durara otros veinte o más años! Por supuesto, un puente nuevo seria de mayor utilidad, pero eso será cuando a este lado de la ciudad hayan mas habitantes y el trafico sea más intenso."- Dijo Valente, sirviéndose del licor con fruición. Minerva sonrió, diciendo: "Ah, Valente es tan humilde cuando se trata de sus logros! Nunca antes se había reparado ese puente, que ahora ni se parece a la ruina que era! Es un gran logro."- Obviamente, trataba de enaltecer la figura de su marido, olvidando que el proyecto primitivo era hacer otro puente, más ancho y mejor... El anfitrión les llevo a ver una sala de trofeos, mayormente huesos, de diferentes animales cazados por él o sus ayudantes, y también de huesos más antiguos excavados cuando se realizaban labores de labranza; mayormente de dinosaurios. Una cabeza de triceratopo se exhibía sobre un pedestal, a la izquierda de la sala, y Francisco dijo: "Este animal debe haber tenido unos 89 años de edad, según estudios. Ya no se ven tan grandes, pues los cazan por su cuerno, que hecho polvo, se cree que puede aumentar el poder sexual de la persona que lo bebe mezclado con miel y vino." "Ah, sería cosa de probar ese elixir!"- Rió Valente, y por supuesto, lo había intentado en sí mismo, pero no había notado gran cambio. Las damas preferían ver pequeñas calaveras de pájaros y animales pequeños, pues sus cráneos lucían amarillentos y pulidos, tal como si fueran hechos de porcelana fina. Pasaron luego al comedor, que consistía en muebles altos y decorados, con una mesa de ocho metros de largo por tres de ancho, hecha con madera de caoba nativa, que en nada tenía que envidiar a la existente en la Tierra de Sol. Allí se les sirvió platos preparados con esmero, ensaladas y carnes muy bien adobadas, y licores cristalinos en copas de cristal tallado. Estos licores les provocaron adormecimiento, y por ello el anfitrión les guio a dormitorios, para que descansaran un rato. Ya solos en su dormitorio, el anfitrión dijo a su mujer: "Esta estadía del Administrador de la ciudad puede servir para cimentar una amistad que nos dará beneficios. Trata de insinuarle a Minerva que puede ayudarnos con contratos de gobierno, mayormente compras de animales para ser faenados, y también compras de granos! Diferente es venderle al gobierno que a todos esos comerciantes que siempre quieren pagar menos de lo que uno considera justo." "Así lo hare, esposo mío. Pero ahora descansa, para que estés despierto y vivaz a la hora de la cena!"- Recomendó ella, conociendo a su hombre y sus costumbres. Por mientras, en el puente, mucha gente llegaba en vehículos o simplemente a pie, para admirar y también para criticar los trabajos. En realidad había poco que criticar, aunque el ancho del puente no era lo suficientemente ancho como para decir que era una gran ganancia en efectividad. "Tanto que se demoraron y mira: casi esta igual que antes!"- Decía Lazlo, acodado en la baranda, mirando al rio, que pasaba oscuro y barroso hacia el mar. "Al menos se acabo el escándalo! Tanto laborar y levantarse al alba ya me tenia angustiado! Ahora a ver si nos dan otro trabajo, pues si bien el sueldo recibido era bueno, ya no lo recibiremos ahora que la labor se termino."- Respondió José. Mas allá, Pinto vio algo venir por la orilla del rio, y díjoles: "Y que es eso que viene allá?" "Adonde?"- Se intrigo José. "Allí! Parece un gran dinosaurio!"- Afirmo Pinto, indicándoles con un dedo. Y la verdad era que era dinosaurio, y grande. José dijo: "Apuesto que es un condenado Espinosauro! Espero no se interese en nosotros!"- El animal vio a los homínidos atochando el puente, y apurando el paso se dirigió hacia la salida del puente, bramando y saltando obstáculos. El horror se apodero de muchos, y los más afortunados tomaron sus vehículos y se alejaron en dirección a Ciudad Monte, no importando si había gente a pie en el camino, o no. Lazlo, que había llegado allí en motocicleta, llevó a José a grupas, diciendo: "Corran lejos del dinosaurio! Yo trataré de volver!"- Y aceleró, haciéndole el quite a mucha gente que corría despavorida, mujeres con bebes en brazos que lanzaban alaridos a cada diez pasos... "Déjame aquí! Y vuelve a buscar a otro!".- Le pidió José, cuando la moto piso la primera calle del pueblo. "Allá voy!"- Dijo Lazlo, y mientras aceleraba de regreso, vio por el espejo retrovisor que venía una camioneta del Ejercito con algunos soldados, posiblemente avisados por radio de lo que estaba ocurriendo. A medio puente vio a sus dos amigos y aparco la motocicleta cerca de la barandilla. "El monstruo ya se ha comido a media docena de personas!"- Aviso el espantado Pinto. La camioneta con soldados ya llegaba al extremo del puente, y bajaron varios soldados premunidos de metralletas, que pronto descargaban muchas balas en el inmenso cuerpo del Espinosaurio Aegipticus, el cual parecía no importarle la balacera. "Todavía no cae! Que resistencia tienen esos reptiles!"- Dijo Pinto, pasándose la mano por sobre la sudorosa frente. "Ya caerá!"- Dijo Lazlo, mirando embobado como recargaban los soldados sus armas y volvían a la carga. Esta vez fue mucho para el animal, que camino pesadamente hacia el rio, se dejo caer y se fue flotando hacia el mar. "Ese va a morir en la costa! Seguro se lo van a comer los cocodrilos antes de llegar al mar!"- Comentó Lazlo, y regresó con Pinto al pueblo, mientras las ambulancias corrían a auxiliar a los heridos que habían quedado tras el ataque del Espinosaurio Egipcio. Contaron los muertos, basándose en testigos y recogiendo pedazos de cuerpos humanos. Algunos de los que regresaron por el puente hallaron a sus parientes desaparecidos, y las mujeres lloraban sin consuelo. "Nunca debería haber venido a ver la inauguración de este maldito puente"- Dijo una mujer de mediana edad, quien había perdido a su marido y a un hijo adolescente. Lazlo fue uno de los que viajo hasta la mansión del terrateniente Francisco Durlet, y aunque se dio prisa, vio que ya habían dos vehículos de militares que se le habían adelantado. "A que viene, sargento? Alguien le envió?"- Le pregunto un teniente, que estaba conversando con el chofer de una camioneta militar. "Nadie! Pensé en que debía venir a avisar del ataque del Espinosaurio a la familia del Señor Francisco Durlet y a su invitado, el Administrador Valente."- Le explico Lazlo, sonriente. "Ah, bien! Nosotros ya avisamos, y el capitán Orozco ya conversa con el Administrador en la casa. Creo que el peligro ya paso."- Dijo el teniente Orozco, un hombre moreno de rostro curtido por el astro rey. "Es decir, que ya no soy necesario acá. Volveré a la ciudad."- Dijo Lazlo, quien no quería aparecer como sobre numerario. "Ah, pero ya que vino, le daré un trabajo! Vaya a la cocina de la mansión, y pida algunos sándwiches. Tengo a tres soldados que no han almorzado, y tienen hambre."- Le pidió Orozco, y Lazlo caminó rápidamente a la entrada posterior de la mansión, y dio con la cocina, que ubico fácilmente ya que tenía dos chimeneas que arrojaban arrojaban humo ceniciento al aire. "Buenas tardes. Vengo a solicitar sándwiches para los militares que resguardan la casa."- Dijo Lazlo al primer cocinero que diviso en la amplia cocina. "Otra vez? Les enviamos seis sándwiches hace menos de una hora! Creo que están pasados de hambre!" - Dijo ese cocinero, hombre de mediana estatura y de negros bigotes, que le daban resemblanza a una foca malhumorada. "Lo siento, vengo recién llegando de la ciudad, y creí que no habrían noticias acá de lo que paso en el recién inaugurado puente!"- Se defendió Lazlo, pensando en que ese teniente se estaba pasando de listo con su orden. "Espere un rato, estamos ocupados preparando comidas para los invitados."- Le dijo ese cocinero, volviendo a su labor, que consistía en asar largos trozos de roja carne. No estaba solo: habían tres cocineros mas, todos ocupados vigilando ollas que arrojaban vapor hacia el alto techo; otras personas, mayormente mujeres, cortaban y rebanaban verduras, echándolas en ollas de cobre en que hervía el agua con olores a pimienta y orégano. Algunas de las mujeres comenzaron a mirarle con interés; eran jóvenes y de cuerpos esbeltos, aunque su vestimenta era gris y sus calzados eran sandalias de cuero que les cubrían los pies hasta el tobillo. Una de ellas le sonrió, y eso basto para que Lazlo se interesara en ella, y moviéndose lentamente, como al pasar, se le acerco, diciendo: "Hay harto movimiento acá, no?" "Como siempre que hay invitados! Cuando no los hay, ni la mitad de los que ahora estamos trabaja acá."- Dijo ella, sonriendo y le miraba con grandes ojos negros. "Y tú, cómo te llamas?"- Le pregunto Lazlo, mirándola con simpatía. "Ana."- Dijo ella, bajando la vista. "Ah, qué lindo nombre! Como la dueña."- Le alabo Lazlo, ahora mas entusiasmado de verla cerca. "Eh, soldado! Salga de la cocina! Espere afuera y no distraiga al personal!"- Le grito el cocinero que primero le había hablado, y agitaba en su mano un gran cuchillo carnicero... "Ya voy, jefe!"- Le respondió Lazlo, y se dio tiempo de sonreírle otra vez a esa joven Ana, quien se escabullo entre las ollas hirviendo, temerosa de que la regañaran por haberle hablado. Tras un rato, el cocinero le paso seis sándwiches en un bolso de papel, diciendo: "Tome, joven! Y que no pidan más!" "A la orden, jefe!"- Ironizó Lazlo, sonriéndole a Ana, quien sonrió desde lejos. Al darle el paquete al teniente, éste dijo: "Saque uno para Ud.! Debe tener hambre." "Gracias, mi teniente!"- Replicó Lazlo, tomando uno de los emparedados y se alejo de allí rápidamente, a fin de que no le siguieran mandando. Ya fuera de la vista del teniente, se adentro entre los árboles y se sentó para comer. Ana había sentido latir su corazón muy fuerte al mirar a Lazlo, y aun estaba con el rostro arrebolado de emoción. No sabía bien que le pasaba, pero notaba que esto no le había ocurrido nunca antes, y temió que nunca más le iba a ocurrir, así es que pidió permiso para ir al cuarto de baño, pero siguió de largo y camino por el pasillo, saliendo de la mansión. Como ésta estaba más elevada que el resto del terreno (para evitar posibles inundaciones) pudo ver a alguien en el bosque cercano, sentado y mirando a la casa. Sin proponérselo, caminó hacia allá, y sentía que su corazón latía cada vez mas fuerte a medida que se aproximaba... noto que era el mismo soldado que le hablara minutos antes, y vio que se ponía de pie de prisa. "Hola! Me pillaste comiendo del sándwich que me dio tu jefe! "- Le dijo Lazlo, sonriente "Ah, claro! Y como lo hallas? Lo prepare yo misma."- Dijo Ana, a cinco pasos del joven. "Muy bueno, tienes buen gusto! Y dime, puedo venir a verte más tarde... cuando no estés trabajando?"- Pregunto Lazlo. Ella sonrió, diciendo: "Claro. Salgo a las 20 horas." "Ah, no vives acá?"- Se sorprendió Lazlo. "Claro que no! Vivo con mis padres en la ciudad! Este es un trabajo corto, quizás de dos o tres días, no más! Los patrones tienen a un cocinero y dos empleadas de cocina solamente. Hoy fue especial, ya que se sabía que vendría gente importante."- Explico Ana, preguntándose para que le hablaba tanto, sobre todo que sentía que su corazón se le iba a escapar por la boca. "Quizás aceptes que te lleve... tengo una moto disponible."- Invito Lazlo. Ella hizo un mohín, diciendo: "Ah, una moto! Me dan miedo." "No te pasara nada! manejo desde hace tiempo. Nunca me he caído."- Dijo Lazlo, pero mentía ya que más de tres veces había caído al suelo, felizmente sin sufrir de huesos rotos. "Bueno, me arriesgare!"- Dijo ella, riendo. No quería dejar pasar la oportunidad de relacionarse con alguien que, por una extraña razón, le hacía latir muy rápido el corazón. Después de esa charla, Lazlo regreso a la ciudad, y se presento ante su jefe, el oficial Devoto Gutiérrez, quien le mando a entrenar soldados en el uso del yatagán, arma que tiene un parecido a un sable pequeño. En esto le dieron las veinte horas, y de allí voló en su motocicleta hacia el puente, viendo que ya el transito había disminuido bastante. al llegar a la mansión de Don Francisco Durlet, vio a la joven mirando hacia la carretera, y la saludo con un brazo en alto, antes de frenar y quedar a su lado. Se bajo de la moto, y le dijo: "Aquí me ves, sano y salvo! Y como estas tu?" "Yo? Bien! Nos vamos?"- Pregunto ella, viendo que otras trabajadoras salían de la mansión (por la parte trasera) y se les quedaban mirando. "Claro! Te traje un casco! No que tenga miedo de accidente, ves? Solo es una regulación del tránsito, que exige el uso."- Dijo Lazlo, y la ayudo a ponerse el artefacto, que le quedo enmarcando su lindo rostro. Subieron a la motocicleta, y Lazlo manejo cuidadosamente, sin acelerar mucho, y hablándole de vez en cuando, ya que se imaginaba que la joven iba pensando en caídas y destrozos varios... Al llegar a las calles de ciudad Cornejo, ella dijo: "Sigue derecho, y dobla en la calle 20. Vivo a media cuadra de esta avenida." "A la orden!"- Dijo Lazlo, acostumbrado a responder así , ya que era soldado... También comenzó a pensar en que si la dejaba en su casa, pronto la reunión se acabaría y eso era lo menos que quería en ese momento. Ignoraba que la joven, con el viento frio cogido en la moto, tenía unos enormes deseos de pasar al cuarto de baño... Detuvo la motocicleta al sentir que le tocaban el brazo, y ella bajo raudamente, diciendo: "Has sido muy amable en traerme a casa! Te lo agradezco." "Ha sido un placer. Pero, no nos detendremos a conversar unos momentos?"- Pregunto Lazlo. "Eso quisiera yo, pero debo entrar a casa de inmediato! Mis padres ya me vieron por la ventana, y se pondrían muy nerviosos si no me ven despedirme de ti..."- Dijo Ana, sonriendo. "Bien! Si quieres te vengo a ver mañana. Total, ya se adonde vives."- Dijo Lazlo. Ella titubeo un momento, y luego dijo: "Si quieres me llevas al trabajo mañana! Eso sí, debería ser antes del horario de las ocho! " "Por supuesto! Aquí estaré."- Prometió Lazlo, sin saber si podría hacerlo, ya que la vida de soldado generalmente empieza a las seis de la mañana y las labores una hora después...Quizás podría arrancarse algunos momentos? Ana se despidió haciendo leve saludo con la mano, y entro en su casa, que era en verdad un edificio de departamentos con tres pisos de altura, en que Vivian al menos 30 familias. Lazlo volvió al cuartel, sintiéndose un poco ridículo, ya que estaba actuando como un quinceañero sin experiencia en mujeres... Al día siguiente, siete de la mañana, comenzó a entrenar a su grupo asignado, y los dejo haciendo pesas en el Gimnasio, por mientras montaba en su moto y llegaba raudamente a casa de la joven Ana. Esta salió apenas llegado, diciendo: ]"Escuche el ruido del motor de tu motocicleta, y me imagine que eras tú." "Que bien! Y, ya estas lista?"- Pregunto Lazlo. "Claro! Vámonos!"- Sonrió ella, subiendo a la parte trasera, tras colocarse el casco. Lazlo hubiera querido ir despacio y conversando, pero no tenía el suficiente tiempo para tal cosa, y por ello acelero en donde se podía hacer sin peligro- es de3cir, en las rectas, llegando a la mansión de Francisco Durlet en quince minutos. Bajo ella del vehículo, se saco el casco, y sacudió algo su cabellera castaña, mirándole con ojos muy abiertos, lo que le provoco dolor al corazón de Lazlo, quien la hallaba muy linda. "Nos vemos a la salida! Ya?"- Pregunto Lazlo. "Si quieres? Porque quizás sea trabajo para ti."- Sonrió ella, acomodando el casco en la parte trasera de la moto. "Ningún trabajo! Nos vemos a las ocho horas!"- Dijo Lazlo, y ella se alejo, despidiéndose con un ademan de su mano. Volvió a toda velocidad al cuartel, y hallo que su grupo hacia calistenia; sonreía y no les dio ningún castigo, por lo que más de uno hacía gestos de extrañeza al verle tan feliz... Converso de su incipiente romance con Pinto, quien dijo: "Las mujeres siempre traen problemas a la distendida vida del hombre. Creo que los hombres no soportan vivir tranquilos, y por ello se meten con mujeres." Por ese tiempo, Lazlo no pensaba asi, sobre todo que aparrentemente estaba enamorandose, asi es que defendio su proceder, diciendo: "El llamado de la raza nos pide buscar pareja y procrear hijos, o de lo contrario la raza humana desapareceria antes de 200 años." "Ah, te pusiste filosofo? "- Se rio Pinto, palmeandole un hombro, y ya no quiso segiur con el tema, porque estimaba a Lazlo y no queria echarle a perder su romance. A la salida del trabajo, Ana vio a Lazlo parado al lado de su motocicleta, y sonrio, contenta. Sabia que ya le tenia enganchado, que era seguro que seguiria tras ella, y ese conocimiento la hacia mas bella, pues se sentia deseada. "Hola, me esperaste mucho?"- Pregunto Ana, acercandose. "No mucho! Te ves preciosa."- Respondio Lazlo, quien queria apurar el romance a terrenos mas intimos. "Gracias. Tu tambien."- Dijo ella, casi sinpensarlo, lo que provoco un agrado en el hombre-. Se sintio aceptado. "Nos vamos?"- Pidio ella, viendo que otra vez sus compañeros miraban la escena, sobre todo las mujeres, que quizas que criticas le harian a su eleccion... "De inmediato! Adonde quieres ir?"- Pregunto Lazlo, pues queria tener mas tiempo con ella y no solamente servirle de transporte. Ana tenia curiosidad por saber que queria de ella este joven, aparte por supuesto de darle besos en alguna oportunidad, y dijo: "Podriamos ir a algun parque. Conoces el Arborio?" "Claro! Alla iremos."- Dijo Lazlo, recordando el lugar, que era bello pues tenia vista al mar. Subieron al vehiculo, atravesaron el puente y tras avanzar por una carretera paralela al rio, llegaron al susodicho parque. Lazlo no iba a dejar la moto en cualquier parte, asi es que busco un lugar en donde detenerse y a la vez permanecer a su cuidado. "Ah, que aire mas rico! Fresco y perfumado."- Dijo Ana, suspirando, y Lazlo vio como se le hinchaban los pechos al aspirar el aire. Se sintio expectante de todo lo que podria lograr con Ana, y dijo: "Haz hecho buena eleccion. Me imagino que has venido antes aca?" "Claro que si! MI padre siempre nos traia aca cuando mas jovenes, pero ya no lo hace; le quitaron la licencia y se lleva pegado a sus libros."- Aviso ella, caminando alrededor. Se veian otras personas a lo lejos, que disfrutaban de un atardecer apacible. Conversaron de nimiedades, y en un momento en que se quedaron mirando, Lazlo la beso, comprobando que la joven daba unos besos que invitaban al romance. Tras los besos y abrazos, ella dijo: "Ya se hace tarde, ha oscurecido. Volvamos?" "Claro. Te ire a dejar."- Respondio Lazlo, dandole algunos besos más. Al llegar a destino, ella le beso furtivamente, y dijo: "No vengas mañana a buscarme: ese trabajo ha terminado." "O sea, ya no iras mas alla?"- Pregunto el preocupado Lazlo. "No, pero puedes venir a verme cuando puedas."- Sonrio Ana. "Vendre despues de mis labores. a las quince horas, te parece?"- Inquirio el joven. "Claro que si. Nos vemos!"- Dijo ella, saludando con la mano y entrando a la casa de sus padres. Lazlo echo a andar el motor y viajo al cuartel, pensando en que ya habia empezado el romance en serio, y que ahora todo ira como por sobre rieles... sinopsis. Tio Raul Larenas. Mujer del tio: Saksa Rubeola. El tio importante, casado con una funcionaria del reino Vironio. Este tio les invita a dar un paseo en avion. Mientras vuelan, la esposa dice que llegaran naves del espacio para el gobierno, y que quizas pudieran viajar en alguno de ellos mas adelante. El tio les invita, dos meses despues, y les llevan a la orbita. Alli ven el planeta y el mundo que los cobija (el satelite 6). La mujer del tio se le insinua a Lazlo, quien recibe invitacion de viajar al planeta A. Al llegar a la nave, ve con preocupacion que ana no esta entre los invitados, pero es tarde: ya van en vuelo. La esposa del tio aparece diciendo que compartira su camarote. Lazlo llega al planeta y mientras vuelan, un misil averia la nave, que cae en un lugar pedregoso; la mujer del tio y cuatro tripulantes han quedado ilesos, y el resto de 7 han muerto en el choque. Se refugian en la popa, mientras hordas de hormigas rodean la nave.

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