Desde Chile para el Mundo.

Thursday, March 28, 2024

PIRATAS #7. “Laurencio”. Fecha 2003 03 06. ESCRITO por Alfredo Francisco Humberto Juillet Frascara. . 213 páginas. Piratas 1: Lem Devianco. Piratas 2: Linda Duarte. Piratas 3: El rey Ocion. Piratas 4: Ladem. Piratas 5: El capitán Porbugs. Piratas 6: Fagocito. Piratas 7: Laurencio. Piratas 8: Víctor Sebiski. Piratas 9: Vincent Cepri. Piratas 10. El Conde Lacudia. Piratas 11. Victomo. Piratas 12. Howessel. Piratas 13. Leónides. Año 2.285 E.C. Dinosaurios: Barnosuchus, Concornis, Carcadontes, Dyatrima, Dilong Paradoxus, Inustraceria, Kayakasaurio, Mosasaurio, Proburnetia, Viatkonsis, Sinornitosaurio, Taverirosaurio. Dyatrima, Lugares: Planeta Géminis B-3.- Marte (Sistema Solar). Fecha 2.285 E.C. Personajes: Fagocito, Franz, Capitán Baturras Lagare, Gigantes, Una nativa, Laurencio hijo de Franz y Llona, Ernesta de Lamida, Martita mujer de Fagocito, Rosita, hija de Franz y Ernesta. Dimitri: gerente general petrolera Rusa. Brian Baroski, (psicólogo), Fragata Krabry. Capitán Farfán Dulunge, primer oficial Juan Pérez, Segundo oficial Jasón Vargas, Ingeniero de vuelo Elena Imthueski, Psicólogo Juan Sulek, Radares. Laurencio. Radio operador Boris Donitski, Artilleros Done Varasilove, Ismael Dodunegv, Maquinista Seeller Itrinov, Ilya Kugeris; Laboratorista Dana V.. Medico Sergei R. Asistentes médicos: Azour, Especialistas de Vuelo Isidor Vassili; Zarko Zarcok, Iohannes Deutz, Criogenistas: Varo Zukor, Especialistas Tania Sirlova. Robots Keblar 32 serie 246. Capitulo 1. “Dejamos el bote amarrado a un árbol! Ya lo hallarán, y el capitán Baturras Lagare hallará mi nota en un remo. Comprenderá que desertamos y no perderá tiempo buscando nuestros restos. “-Sonrió Franz. Fagocito se sobó la sien, diciendo: “Todo esto es una locura! Estar viviendo siglos antes de nuestra era, debido a una deformación espacio temporal es de locos!” Terminaron de asar un Velociraptor que atraparan con un lazo y comenzaron a comer- caía la tarde y aun debían buscar adonde pasar la noche. “Imagínate! Capaz que de tanto viajar por la costa Baturras traspase de nuevo esa rara niebla y aparezca frente a Vacilga, cual ciudad fantasmal, ni un día más vieja de que cuando zarpo del muelle!”- Dijo Fagocito, algo arrepentido de haberse bajado del navío. Franz lo medito un instante y dijo: “Dudo que esas anomalías aparezcan de seguido! Puede que ocurra una cada veinte años o más!” Y qué tal si aparece al inicio de la era de los vegetales? Todo parece posible, hablando desde esta orilla de la ignorancia.” Acotó Franz. 2. Una sombra oscureció un sector de la selva y vieron caminar a un Spinosaurus, con un animal atrapado entres sus patas delanteras, que llevaba erguidas. Se quedaron inmóviles como de piedra hasta que la bestia termino de pasar. “Nos habrá visto? Note como queriendo detenerse por un segundo.”- Murmuro Fagocito. Franz cogió el palo en que habían ensartado al Velociraptor y poniéndose de pie, dijo: Esos animales son muy astutos! Se nos vio, fingió no vernos a fin de comerse a su presa lejos y luego volver por nosotros. Salgamos de aquí!”- Trotaron por media hora, alejándose y ya oscuro, hallaron un escondrijo entre una roca y algunas piedra, que amontonaron para hacerse menos visibles. Encima de la piedra y la roca amontonaron ramas para no ser vistos desde lo alto. Al llegar a la oscuridad, esta era total bajo los árboles, pero en terrenos abiertos descendía una resolana pues Géminis Beta es una estrella grande y rebasa su poder lumínico aun a media noche, permitiendo discernir fácilmente los objetos. 3. Ambos amigos se arroparon con las mantas traídas desde el barco y por ello no sufrieron de frio. Algunos gruñidos y gritos lejanos no les quitaron el sueño- querían dejar atrás todos los malos recuerdos y despertar libres de ellos en la mañana. Por ello, al despertar, sintiendo los aromas de la jungla, potenciados por la neblina y la consecuente humedad que produce el rocío, se sintieron listos para los desafíos que les esperaban. “Dormí como un lirón! Vamos a ver que nos depara un nuevo día en este planta que parece haber retrocedido un millón de años desde que cruzamos la neblina amarilla!-- Declamó Franz, saliendo del lio de ropa que se había echado encima para no congelarse. Tras avanzar unos cinco kilómetros, salieron del bosque y vieron cadenas montañosas y un caudal de agua traslúcida que venía de las altura. Bebieron y llenaron sus cantimploras para luego irse por las laderas de los cerros, que estaban muy arbolados. 4. “Atención! Hay tres Taverirosaurio por delante!- Dijo Franz, agazapándose. Los animales se movían de arbusto en arbusto con una rapidez envidiable. “Pero, si son herbívoros! No son dañinos.”- Sugirió Fagocito. “Aun asi, te pueden atacar, por considerarte una amenaza para su subsistencia! Un picotazo y te muelen un brazo o quizás hasta el pecho!”- Comentó Franz, haciendo un rodeo, mientras los Taveirosaurios emitían un ruido cascabeleante. Dejado atrás ese sitio, el ramaje se hizo más denso, muchas hojas secas tapizaban el suelo y al caminar emitían ruidos con sus pies, pero no había forma de no emitir señales. “Espero que no hallemos otro dinosaurio!”- Comento Fagocito. A mediodía calentaron agua y así hirvieron manzanas, que habían recolectado en el bosque. Franz Dijo: “Deberíamos cazar algo! Lástima que tenemos pocas posesiones. Un buen cuchillo nos vendría bien.” “Sacamos poca cosa del barco! Estábamos más interesados en huir que en otra cosa!”- Rio Fagocito. Las manzanas eran acidas, pero hervidas se sentían más sabrosas. 5. Seis Coelophysis pasaron al galope a menos de diez metros de ellos. Franz dijo: “Ocultémonos! Algo viene tras ellos!” Se escondieron en la maleza y casi de inmediato apareció un enorme Sarcosaurus gigante, que perseguía a una docena de Concornis, ave pequeña de quince centímetros de largo, con un plumaje verdoso. Capturo fácilmente a dos de ellos , mientras el resto se escondía entre la maleza. Uno de los Concornis tropezó con Franz, que le cogió en sus manos. El animal trato de huir, picoteándole, pero el hombre no le soltó. El Sarcosaurus mide tres metros y medio de largo, pero el Sarcosaurus gigante mide seis metros y pesa ciento cuarenta kilo, y ese era el cazador a la vista. Como los Concornis se mantenían inmóviles en sus guaridas provisorias, el Sarcosaurus olfateaba el aire por si alguno hubiera expelido orina, que es mas detectable que el olor corporal Tras unos momentos de tensión, tanto para humanos como Concornis, el Terópodo siguió en la dirección que venía, desapareciendo de la vista. El Concornis se había quedado quieto y al dejarlo en el suelo, salió corriendo del lugar. “Divertido pequeño diablo!” Rio Franz. Al oscurecer vieron una potente luz bajar del cielo y posarse con gran estruendo; los arboles ardían en rededor. 6. “Un cohete! Qué extraño! Un modelo nuevo? Y enorme.”- Opino Franz. “Costara bastante volverlo a elevar!”- Dijo Fagocito, mirando el espectáculo. De pronto, del vehículo broto una lluvia de líquidos que apagaron el incendio. “Tipos ecológicos! Piensan en todo?”- Interrogo Franz. “Más bien, creo yo, que es para apurar el enfriamiento del casco tras el descenso por la atmosfera.”- Opino Fagocito. Y así era: los astronautas pronto bajaban de la nave y Franz se asombro del tamaño de ellos. “Son unos gigantes! Mira!”- Dijo, y Fagocito estaba fascinado, recordando las leyendas sumerias sobre gigantes que habían llegado de un planeta llamado Nibiru… “No creo conveniente ir a saludarles. Son dignos de temor… no recuerdo que haya contacto con ellos.”- Dijo Franz. “Recuerda que no estamos en el tiempo en que nacimos. Estamos al menos varios siglos en el pasado, gracias a esa neblina atemporal.”- Dijo Fagocito. 7. Los hombres de la nave abrieron otro portalón y con un montacargas comenzaron a bajar equipo, cajas, bártulos, que otros iban amontonando con la facilidad de tener fuerza y medir cuatro y medio metros de altura. Se alejaron de allí, prometiéndose en volver a mirar al día siguiente. Esa noche durmieron poco, debido a gruñidos y ruidos en el sector, achacables a animales carnívoros… En la mañana, recolectaron fruta y a mediodía fueron al sitio del descenso. La figura ahusada del cohete sobresalía por entre la copa de los arboles. Acercándose, vieron que habían cercado la nave en un circulo de 200 metros. Se veía a los tripulantes seguir armando casetas para almacenar lo que traían a bordo. “Es un verdadero desembarco! Se nota que llegaron para quedarse un buen tiempo!”- Comento Fagocito “Es como establecer una colonia! Quizás de donde provienen.”- Dijo Franz. 8. Francamente no me atrevo a ir y conversar con gigantes! Recuerdo las leyendas que oi en mi juventud! Ogros comiendo seres humanos; quizás ni nos consideraban personas.”- Aviso Fagocito. No se alejaron del sector más que para revisara trampas que ponían al atardecer y revisaban a la aurora. También comían toda la fruta que podían hallar, que no era mucha. Asi pudieron ver como bajaban homo sapiens en jaulas y las colocaban cerca de las cajas ya amontonadas. Estos seres humanos eran algo peludos, aunque las mujeres lucían cuerpos sin pelos pero compensaban con largas cabelleras, que les llegaban a media pierna. “Mujeres! Deberíamos tratar de hablar con ellas, pero sin que nos vean los gigantes!”- Se envalentono Franz mirando esas jaulas. “hay como 50 seres humanos. Me pregunto a que los traen! Esos gigantes parecen bastarse bastante bien sin pedir ayuda.”- Dijo Fagocito, elucubrando ya varias teorías en su cabeza. 9. La noche de los gigantes. Esa misma noche se atrevieron a acercarse y reptando llegaron a una de las tres jaulas. Una mujer vio sus siluetas y lanzo un alarido para helar la sangre en las venas.. Todo el grupo de esa jaula se despertó y entre empujones y caídas armaron tal baraúnda que los dos terrestres debieron poner pies en polvorosa. De lejos vieron abrirse una compuerta del navío y dos gigantes bajaron con potentes linternas y lo que semejaban pistolas, solo que eran como piñas de árbol. “Huyamos!”- Pidió Fagocito, viendo que Franz no se movía. Pero si lo hizo cuando los gigantes, cada cual por su lado, comenzaron a revisar el perímetro mientras los humanos en las jaulas guardaban respetuoso silencio. Ya lejos, los dos amigos se escabulleron bajo algunas matas y se aprontaron a dormir a como mejor pudieran. Varios Concornis se les acercaron tímidamente y Franz tomo a uno de ellos, que emitía un ruido raspante, sin tratar de irse. “Mira! Es el mismo ejemplar que estuvo cuando pasaba el Sarcosaurus Giganteos! Increíble, y los otros están aquí quizás por protección!”- Expreso Franz. Fagocito no sabía que responder, ya que su experiencia con aves era negativa: una vez tuvo un gallo desde que era un pequeño pichón, y cuando creció, se le tiraba a picotear, inmune a los cuidados anteriores que deberían haber provocado una relación amistosa. 10. Los Concornis se echaron por allí cerca, y emitían pequeños gorjeos comunicándose de algún modo críptico para los homínidos sapiens. Al amanecer caminaron buscando fruta, con los Concornis siguiéndoles; Franz les pasaba las frutas de ramas altas y los Concornis emitían pequeños chillidos. Por la tarde fueron a espiar a los Gigantes pero no se veían por ningún lado. “Adonde estarán? Qué tal si se nos aparece por detrás?”- Pregunto aprensivamente Fagocito. “Espera! Iré a presentarme a las muchachas!”- Dijo Franz, y se acerco a las rejas. Los humanos encerrados si metieron bulla con sus gritos y comentarios en un idioma gorgoteante. Franz levantaba las manos para que se callaran, indicando a la nave, y luego mito el andar de aquellos, como si él fuera un gigante, logrando que algunos comenzaran a reírse. Fue entonces que Fagocito se atrevió a acercarse y comunicarse, pero no entendió el idioma. 11. Al irse, Franz dio algunas volteretas en el aire, para diversión mayormente de las mujeres, aunque ahora le sonreían. Fagocito miro los cerrojos, que lucían complicados. De allí se alejaron por el bosque , viajando hacia la costa. “Son prisioneros de esos gigantes que , con su tecnología, les hacen parecer simples simios desnudos! Me pregunto a que los trajeron.”- Dijo Fagocito. “Algunas mujeres me parecieron atractivas!”- Opino Franz, dando una voltereta. Fagocito sonrió:; notaba que Franz se estaba tomando el cambio como mejor podía. Al llegar a la arena, se tendieron a descansar, bajo la sombra de un árbol. “El mar se ve tranquilo. Pero el astro luce furiosos. Debe ser terrible el calor en los demás planetas que le orbitan desde más cerca.”- Comento Fagocito. “Ah, es que esta estrella es gigante! Y antes se creía que no le seguía ningún planeta, pero sin embargo, aquí estamos, en una playa que no le envidia nada a Jamaica!”- Dijo Franz. 12. Se bañaron tras lavar la ropa con agua de mar, y esperaron a que se secara bajo los rayos del astro. Sintieron ruido de hojas siendo pisadas y se pusieron de pie… aparecieron seis Concornis y tras observarles, corrieron a la playa a picotear buscando Talitrus Saltator, que Vivian a pocos centímetros de la superficie arenosa. Uno de ellos cazo un poliqueto, largo gusano con tentáculos en la cabeza. “Estos hallan comida adonde sea! Son muy graciosos!”- Opino Franz. “Crees que sean los mismos que vimos en el bosque?”- Pregunto Fagocito, mirándoles a contra luz. “Claro que sí! Ya ubico a dos de ellos! Fíjate en su cabeza! Tienen pequeños cambios de color.”- Advirtió Franz. Poco después, los seis Concornis pasaron cerca de ellos piando y desaparecieron entre los matorrales. “Curiosos animales! Deben ser los antecesores de las aves terrestres.”- Opino Franz. “O más antiguos!”- Se rio Fagocito, yendo a buscar su ropa, hallándola seca y caliente al tacto. Franz le imito y juntos entraron de nuevo al bosque. 13. Un grupo de Concornis apareció ante ellos y comenzaron a correré alrededor para luego torcer a la izquierda. “Sigámoslos!”- Opino Franz y al seguirlos llegaron a un sector boscoso, en donde algunos enormes troncos mohosos formaban una especie de caverna. “Un refugio!”- Se rio Franz, entrando y pisando por sobre piedra que se resbalaban al caminar. Dentro había oscuridad, pero se notaban muchos Concornis. “ya sabemos donde tienen su hogar. Es un gran honor recibir la confianza que nos tienen.”- Comento Fagocito. Franz lo veía más bien como un instinto de esas aves que les decía que ellos dos, aunque de especies diferentes, eran de fiar. Notaron que luego de un rato algunos polluelos se atrevían a acercárseles, caminando torpemente por sobre las lascas. “Todo bien, pero tengo hambre. Creo que hay fruta cerca o no estaría esta gran colonia acá.”- Afirmo Fagocito. Recorriendo el perímetro hallaron árboles frutales, y comieron de los frutos ubicados en las ramas altas. 14. Después de un rato, se aproximaron a la nave espacial y vieron que no había nadie en las jaulas. “Mira! Ya no están!”- Murmuró Fagocito, recostado en el suelo para no ser descubierto. Franz propuso girar alrededor de la nave y entonces vieron a los humanos, amarrados unos a otros con cordeles, cavando zanjas con picos y palas. Un Gigante lees vigilaba, dándoles ordenes de cuando en cuando. “Zanjas! Creo que serán labriegos en el futuro.”- Comento Fagocito. “Se me ocurre que están empezando a crear una colonia.”- Dijo Franz. Esa noche volvieron los “labriegos” a sus jaulas. Franz espero a que no hubiera guardias y les hablo a los de la jaula más cercana. Esta vez ya le conocían y le respondieron en ese idioma entrecortado. Franz las paso frutas que había guardado para sí, y dos mujeres se las repartieron comiendo rápidamente. Fagocito le fue a buscar, diciendo: “Escuche ruidos, amigo. Mejor nos retiramos.” En eso, un Biarmosuchus apareció por el otro lado del campamento, bramando para demostrar que nadie podría enfrentársele, y para ahuyentar a cualquier otro depredador. Los humanos en las jaulas entraron en pavor, gritando y atropellándose. El animal volvió a bramar, esta vez envalentonado ya que los gritos que estaba escuchando no eran de desafío sino que de un terror de saberse perdidos. 15. Sin embargo, no contaba con el guardián del rebaño, pues aunque siguió aproximándose a las jaulas, uno de los gigantes aprecio en el dintel de la mayor de las compuertas y apuntando con esa extraña “piña” que ha habían notado los dos terrestres, la hizo emitir un cárdeno rayo que enceguecía los ojos, y que dio en la cabeza del Biarmosuchus, el cual pronto quedo ciego y con sus huesos del cráneo elevándose a una temperatura muy alta. Poco duro su andar tras ello; cayó de rodillas y luego de lado, su cuerpo estremeciéndose mientras su cabeza ardía con llamas que iluminaban la noche. “Vaya, tienen LASER!”- Opino Fagocito, oculto tras un robusto tronco de árbol. 16. “Tienen tecnología avanzada, aunque no tanto. Parece que están en el nivel 1 de los viajes espaciales.”- A. Franz, sobrecogido por el espectáculo. De las jaulas les llegaban los sollozos de las mujeres que aunque ya fuera de peligro, estaban bajo el influjo post traumático de haberse visto al borde de una terrible muerte. El Gigante bajo de la nave y dio somera mirada a los homo sapiens ; viendo que no habían sufrido daños, excepto magulladuras al brinca dentro de las jaulas- entro a la nave. “Se lo toma tan tranquilo! Obvio que se ha visto en situaciones parecidas.”- Comento Fagocito. “La central energética de ese “piñón” puede que le llegue por ondas.”- Opino Franz. Visitaron a los presos, que les hacían señas para que abrieran las puertas de las rejas, pero los dos amigos no tenían herramientas capaces de hacerlo Se retiraron de ellos con pensamientos pesimistas. Durmieron en la caverna- refugio de los Concornis, y al amanecer apareció un Dyatrima, de cuatro metros de largo por dos de ancho, con una cabeza alargada por un pico de veinte centímetros y curvado. Venía a comer y de seguro ya lo había hecho antes, pues se presento con rapidez. Esto sorprendió a los terrestres, los cuales tomaron sus bastones y lucharon con el Dyatrima, que cloqueaba con ferocidad. Un golpe en una pata con el mazo de Franz le quebró el hueso y cayó al suelo, aleteando con sus largas alas color gris oscuro y que eran muy duras. Una de ellas golpeo el rostro de Fagocito, que se enfureció y machaco la cabeza del Dyatrima hasta dejarlo hecho pulpa. Por mientras, los Concornis se habían refugiado al fondo de la gruta arbórea y solo tres de ellos habían intentado atacar al Dyatrima, en un caso de presentar batalla sabiéndose perdedores. 18. “Ya está muerto. Vaya el animal duro de morir!”- Comento Fagocito. Franz le miro y dijo: “Te golpeo en el lado derecho de tu cara! Creo que se te va a hinchar.”- “Lo soportare.”- Afirmo Fagocito, aun con rabia. Tras un rato de descanso, en que los Concornis picoteaban al caído gigante sobre todo en la cabeza. “mejor pelamos las patas! Las asamos y nos darán así la cena.”- Aviso Fagocito. Esto les llevo bastante tiempo, pues a falta de herramientas usaron piedras afiladas. La carne , despojada de plumas, la asaron a varias decenas de metros alejados de la gruta. Los Concornis no se acercaron al fuego, sabedores del peligro de salir quemados. Ya a media noche la carne estuco comestible y se dieron un atracón que les dio hasta somnolencia. “Creo que ahora podremos descansar con el estomago satisfecho!”- Opino Fagocito. Volvieron al refugio de los Concornis, los cuales les recibieron con débiles sonidos agudos. Se recostaron a dos metros de la salida, esperando no ser desafiados nuevamente. 19. Al amanecer arrastraron al Dyatrima hasta unos cien metros más alejado de la cueva, para prevenir la llegada de depredadores y también para evitar el mal olor que llegaría a los dos o tres días, cuando ese cuerpo comenzara a podrirse. Algunos Concornis llegaron a seguir picoteando la cabeza del Dyatrima y los dos terrestres terminaron de comerse los muslos de ese animal. Ya en la tarde fueron a espiar a los humanos en las jaulas. Cuatro gigantes estaban esculpiendo piedras para hacer un muro, y otro vigilaba a los pequeños humanos, que ahora plantaban semillas en los surcos anteriormente cavados. Mujeres y hombres no estaban libres como para huir. Se escucho un rugido ronco y prolongado y un Bradysaurus asomo su cuadricular cabeza por entre los árboles.. Era un animal cuadrúpedo, grande y pesado, ancho y con patas provistos de grandes garras. “Cuidado! Puede girar hacia nosotros!”- Aviso Franz, tirando de Fagocito para alejarse. 20. Ya a unos cincuenta metros, subieron a unos árboles para ver qué pasaba y sintieron un chillido ronco y vieron pasar, al trote, al Bradysaurus, quien lucía un corte de cuarenta centímetros en su lomo. Evidentemente había sido herido únicamente para ahuyentarlo, aunque de un modo doloroso. “Se curara solo! Que armas más letal!”- Comento Franz y de pronto vio el rostro de un gigante a solo tres metros de él. No había mucha opción de escapar, así es que levanto una mano y le saludo. El Gigante le tomo con cuidado y llegando a la fila de cautivos, le dejo con el resto. A todo esto, Fagocito habíase puesto oculto al otro costado de la rama que le había estado sirviendo de atalaya y al irse el gigante con su presa, bajo del árbol y lees siguió, viendo la escena en que su compañero era prisionero. Observo que el gigante conversaba con otro igual de grande, y que se fijaban en la ropa ajada que usaba Franz, ya que era notoriamente más elaborada que los simples cueros que usaban los demás prisioneros. El gigante capturado se aléelo, mientras que el gigante de guardia se quedo por allí, sentado y aparentemente meditando. 21. Fagocito se dio cuenta de que era imposible rescatar a Franz a no ser de que el guardia se fuera de allí por un momento, y al comenzar a oscurecer, se llevaron a los cautivos a las jaulas, y a Franz con ellos. Volvió Fagocito a la gruta de los Concornis, cabizbajo. No había sido provechoso estacionarse por allí y menos espiar a los recién llegados al planeta Gemines Beta 3. Durmió poco y a sobresaltos. Le parecía que veía ya a Franz volver con sus aires desenvueltos, pero eso no iba a pasar, ni paso. Al amanecer camino hacia la nave espacial, pero antes de llegar, desde un árbol se lanco al suelo un Proburnetia Viatkensis (versión nativa) y corrió tras él, gruñendo y mostrando dos largos colmillos que le crecían a los lados del hocico, sobresaliendo diez centímetros más abajo de la mandíbula inferíos. Sus cuatro patas estaban armadas de gruesas garra y con su cola golpeaba el suelo al compas de sus patas delanteras , quizás por qué desconocida razón. Quizás para estabilizar su carrera entre los troncos de árboles. 22. Fagocito comprendió pronto, ya que el Proburnetia ganaba terreno rápidamente, comenzó a girar entre troncos, saltando sobre los caídos, agarrándose de ramas para lanzarse en el aire y caer tres metros más adelante. Esto distrajo la primitiva mente del dinosaurio, pero tenía ochenta kilos de músculos ejercitados durante veintitrés difíciles años para proseguir tras su presa, que le parecía un frágil y extraño ser en dos patas. Sin darse realmente cuenta, Fagocito corría ahora hacia el cohete de los gigantes, y cuando se dio cuenta prefirió ser capturado que devorado. Paso raudo al lado de las jaulas y ya casi alcanzado por el Proburnetia, no hizo nada mejor que subir por la rampla del navío. El Proburnetia dudo por unos segundos y decidió proseguir. Fagocito se vio ante un pasadizo , que recorrió a la carrera y entrando en una sala, se lanzo bajo una consola de metal. El Proburnetia comenzó a gruñir y raspar el metal del piso con sus garras. Fagocito se sintió a salvo – el espacio entre la parte baja de la consola no permitía el paso al grueso tronco del animal. 23. El barullo continuaba y de pronto el dinosaurio dejo de gruñir, para emitir un gorgoteo espeluznante. Fagocito miraba fascinado ya que la hoja de un enorme sable había cortado el cuello del Proburnetia como si fuera un flan… se encogió en un rincón, temeroso de que el gigante del sable se agachara a ver que había interesado tanto al Proburnetia como para entrar a la nave. Quizás lo dejo para después, ya que tomo al dinosaurio por la cola y lo arrastro fuera de la nave, arrojándole lejos. Por mientras, Fagocito no pensaba quedarse para la revisión de consola, y salió de allí rápidamente. Hallo una escalera que bajaba hacia el siguiente nivel y con algo de esfuerzo se fue descolgando hasta llegar al piso. Se dio cuenta de que estaba en la sala de maquinas- algo enorme, con motores apagados pero con luces indicadoras encendidas. Deambuló por allí tratando de dilucidar para que servirían, pero no lo logro. Dos horas después escucho las voces de esos gigantes, roncas como salidas de un órgano cansado. Otras dos horas y se dijo que debería buscar un escondrijo, ya que no podía salir con luz diurna- los labriegos estarían en el campo bajo el cuidado de un Gigante. Busco algo cortante para librar a Franz del encierro, pero allí no había nada excepto las hieráticas maquinas. 25. Durmió en un rincón y al cabo de ello, se decidió a salir de allí, subiendo la alta escalera; los peldaños no eran adecuados para su tamaño, pero podía tomar la siguiente barra, izarse y pararse en el de abajo. Lento y seguro, llego al corredor y se apresuro en llegar al dintel, que permanecía abierto. Ya era de noche y con la luz que salía del corredor pudo ver las jaulas. Bajo y corrió a ellas; en la segunda jaula hallo a Franz, quien le dijo: “Bien, hombre! Te vi bajando de la nave!” “Claro, pero no sé como librarte!”- Comento Fagocito mirando la jaula metálica. “Busca una piedra filosa! Tratare de huir mañana cuando me tengan amarrado con un cordel.”- Dijo Franz. Fagocito hallo varias piedras filosas y se las paso a Franz. Siempre mirando al cohete y su portalón iluminado por la luz artificial. “Aquí hay mujeres! No me quejo… quizás me quede gustando ser un sirvo de los gigantes!”- Exclamo Franz, mirando a las tales.

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