Desde Chile para el Mundo.

Thursday, March 28, 2024

piratas 7-- 2 parte

26. Fagocito se devolvió a la gruta de los Concornis, que le saludaron con pequeños silbidos. Durmió cerca de la salida, desde donde escuchaba el leve rumor del viento moviendo las hojas del bosque y también el rumor de uno que otro Concornis que se cansaba de lugar, agitando sus pequeñas alas brevemente. Al amanecer salió a buscar frutas, que hallo lejos de ese refugio y en la dirección opuesta a la del cohete y los gigantes. Aquí las frutas crecían en el suelo, semi tapadas por hojas carnosas, pequeñas esferas amarilla de sabor dulce. A mediodía hallo refugio entre rocas, pues el calor había subido. Horas después un potente resoplido le despertó y con pavor vio pasar a un enorme Sinornitosaurio, caminando en dos robustas patas terminadas en largos dedos armados con aceradas uñas. Su cabeza colgaba hacia delante y sus brazos parecían listos a atrapar a cualquier presa que se le cruzara por delante… Fagocito se agazapó aterrado. Segundos después volvió a mirar y ya se había ido. Transpiraba helado pues ante ese gigante sin conciencia no había defensa posible. 27. Espero una hora y corrió hacia el refugio, en donde solo los ejemplares nuevos y sus madres esperaban por la pitanza que deberían traer los cazadores. Antes del anochecer, Fagocito se dirigió a las jaulas y vio a Franz, quien dijo: “No logre cortar la cuerda, pero conservo las piedras que me diste. Y tú, has cazado algo?” “Vi pasar a un Sinornitosaurio de cuatro metros! Menos mal que pase desapercibido!”- Le comunicó Fagocito. Una de las mujeres de otra jaula dio un grito y pronto otras se unían a la algarabía. Fagocito vio venir a un Inustrancevia con paso lento, husmeando el terreno. Media al menos seis metros de largo y unos tres metros de alto, con una cabeza semejante a la de un cocodrilo. Fagocito se agazapo tras esa jaula, jadeando de terror. Un gigante se asomo por la entrada del navío y usando esa arma con forma de piña, aso las fauces del dinosaurio, que además frio sus ojos. El animal dio media vuelta, gruñendo y se fue al trota hacia el otro lado del bosque, tropezando con más de un árbol. El Gigante se quedo mirando por donde se fuera el Sinornitosaurio y entro de nuevo a la nave. 28. El griterío de los cautivos ya había cesado, aunque algunas mujeres aun lloraban de miedo. Franz dijo: “Ya puedes irte, amigo. Ese animal dejo de ser un problema.” “Es cierto.”- Dijo Fagocito y en vez de dirigirse al refugio de los Concornis, se fue hacia el sembradío, en donde hallo una picota; volvió con ella a la jaula de Franz y con la ayuda de éste y vario hombres más, torció un par de barras, por la que salieron todos desde esa jaula. “A salvar a los demás! Amigo: llévate a esta gente al refugio de los pequeños! Yo y otros abriremos las demás jaulas!”- Aviso Franz, portando la picota en sus manos. Fagocito pensó en que se estaba arriesgando a ser descubierto, y con señas a los recién liberados les indico que le siguieran. Caminaban ahora en silencio y entraron en la cueva de los Concornis, los cuales despavoridos salieron fuera en medio de sus silbidos. 29. A la hora después llego allí Franz y un numeroso grupo de humanos, y al notar que esa cueva era muy pequeña para que se ocultaran todos, dijo: “No modo! Hay que irse de aquí! Estamos muy cerca de los Gigantes, quienes se van a enfurecer al descubrir nuestra huida!”- Con esto, el grupo comenzó a alejarse hacia el interior de la selva y solo al mediodía siguiente se permitieron descansar. 30. A la media hora, un Kayakasaurio llego volando y bajo en un claro del bosque. Media tres metros de alto, con alas plegadas en forma extraña. Tenía un pico de sesenta centímetros de largo, aguzado en el extremo. Pronto les vio, y empezó a acercárseles. “Vamos, de pie! Hay que entrar en lo denso del bosque! Solo así podremos dejarle atrás!”- Grito Franz y todos le siguieron, asustados de ver esa tremenda amenaza. Una mujer tropezó cerca de Fagocito, quien la tomo de un brazo y la ayudo a correr… media hora después y entre el follaje, vieron pasar a una esfera volando por sobre la copa de los arboles. “Mira! Un Dron de observación! Todos a tierra!”- Pidió Franz, y los hombres le imitaron, luego las mujeres, aunque ellas miraban a todos lados, sin comprender cuál era el peligro. “Nos están buscando! Esto se complica!”- Observo Franz, y explico con señas que podía suceder si ese objeto les descubría. Los ex cautivos entendían a medias su explicación y sin embargo confiaban en su administración. Fagocito espero unos momentos y dijo: “Iré a buscar que comer! Les veo hambrientos!” “Ten cuidado!”- Pidió Franz, quien ya abrazaba a una linda mujer de ojos y cabellos negros. A media hora de camino, Fagocito y otros cuatro hombres hallaron frutas. Al regreso vieron a un Dilong Paradoxus alimentándose del Sinornitosaurio, que había caído en una hendidura del terreno, imposibilitado de salir de allí sin sus órganos de la visión. 32. Al llegar al . en que estaba el grupo, repartieron la fruta y se noto que no era suficiente. Armaron tiendas cubiertas con ramas y hojas para no ser detectados. “Esto no marcha! Por un lado, no sé si estamos liderando el grupo, si realmente los estamos llevando a algún lado en que puedan ser verdaderamente libres. Esos Gigantes tienen su civilización ya tecnologizada, mientras acá poco menos hay una tribu desamparada y al borde de la hambruna.”- Dijo Fagocito. “Estoy aprendiendo su idioma, pues si no hay buena comunicación no vamos a llegar a ninguna parte.” – Aviso Franz. “Creo que estamos a treinta kilómetros de esos Gigantes. Ni a cien ni a 500 kilómetros estaremos tranquilos. No sé si atreven a mover su nave, la vi posarse en un mar de llamas y esfuerzo. Quizás era un viaje sin retorno. Creo que , si las leyendas son ciertas, ellos necesitan esclavos. Sin esclavos solo son un puñado de náufragos del espacio.”- Dijo Fagocito. “Está bien! Pondré trampas a ver si cazamos algo para la cena. Y mañana nos vamos de aquí.”- Aviso Franz. 33. Pusieron trampas y al amanecer hallaron dos Coelophysis y un Concornis. Franz tomo al Concornis, que había sufrido una quebradura en una pata, se la entablillo, puso un emplasto allí y dijo: “Es mi mascota.”- El grupo lo acepto, pero con algunos mirando disgustados por no poder asar al proteo ave. Esta quedo en una jaula hecha de ramas colgada del cuello de Franz, quien no quería perderlo. Tras asar los Coelophysis, se repartió lo poco de carne que resulto de esa operación; recogieron las trampas para usarlas después. “Sera uno de nuestros amigos?”- Interrogo Fagocito, tocando la cabeza del Concornis. “No creo. No lo reconozco de los anteriores.”- Afirmo Franz, dándole unos golpecitos al ave en su lomo. Al seguir caminando, hallaron un canal por el que corría mucho agua en forma turbulenta. “Sigamos su curso aguas arriba! Hasta que encontremos un paso.” Opino Fagocito, y Franz ordeno tal cosa, en el idioma de esa gente. 34. Hallaron una clase de zarzamora que tenía sus frutos llegar y comer, con lo que el grupo se desperdigo, comiendo a destajo y bebiendo del canal. Ocho kilómetros más arriba habían montes de piedra caliza y al pie de uno de ellos acamparon, armando tiendas con techos de ramas para pasar desapercibidos. Franz dio de beber a su protegido, quien ocultaba su cabeza, quizás del dolor de su pata herida. “Estos cerros me parecen interesantes. Vayamos a investigar.” Dijo Franz y con Fagocito escalaron el blanquizco cerro, hallando fisuras y agujeros en su superficie. “resto de antiguas erupciones! Tal como sucedió en la Tierra, todos estos cerros son residuos de explosiones volcánicas.” Comento Fagocito. Bajaron ya de noche y se conformaron con un rincón en una de las tiendas. Los hombres salían de noche a orinar y toros roncaban sonoramente el olor a humanidad era fuerte. Franz le murmuraba algo a la mujer que había elegido y ella le respondía, a veces riendo suavemente. Al amanecer revisaron las trampas: dos Minmi y tres Coelophysis fueron hallados. Laboraron destripando y descuerando, luego un asado de tres hora y ahora todos podían recibir su trozo de carne. El lugar les gusto y se quedaron allí dos días más. Franz y Fagocito recorrían el perímetro dos veces cada día, por si se acercaba algún peligro. “Ni señas de los Gigantes. “Opino Franz, comiéndose algo parecido a un melocotón. “No me confío! He estado pensando, recordando lo que dicen sucedió en la Tierra, es muy posible que así es como construyen civilizaciones.”- Dijo Fagocito. Franz le miro, preguntando: “Y que quieres hacer? Devolvérselos?” “Quizás! Recuerda que los libres en la Tierra de ese lejano pasado eran salvajes desnudos, cazando cualquier cosa para comer, con mujeres que parián sus hijos sin tener medicinas para cuando enfermaban. Los adultos no sobrepasaban la edad de treinta y cuatro años! Vivian vidas miserables y mas encima, un poblado atacaba al otro si veía que tenían mejor nivel de vida. Miles de años de injusticias hasta que llego la civilización, la escritura, los cálculos matemáticos y con ello ciudades seguras, con agua corriente que se traía de las montañas, servicios higiénicos, y ropa.”- Comento Fagocito. Se quedo en silencio al ver bajar a un Kayakasaurio, el cual media diecinueve metros, con un pico del largo de un somier… “Vámonos de aquí!”- Pidió Franz con voz ahogada, mirando el ave gigante, y corrió tras Fagocito- el Kayakasaurio batió sus enormes alas y partió tras ellos. 36. Corriendo por entre los arboles llegaron a un cerro blanco, de piedra caliza. En una hendidura entraron, con el Kayakasaurio pisándoles los talones. “Nos ensartara con ese largo pico!”- Se alarmo Fagocito, apretándose contra el fondo de esa hendidura. Sintió que el fondo cedía un poco y Franz grito. “Ahí viene!” Efectivamente, el enorme ave ya posaba sus poderosas patas en el suelo, equilibrándose con sus ahora plegadas alas negras. Fagocito dijo: “Ayúdame a sacar algunas piedras! Agrandaremos la fisura!” Franz así lo hizo, usando una piedra plana, y un trozo de caliza se desprendió del muro, dando paso a un hueco estrecho, por donde se escurrieron con dificultad, alentados por el picotear del Kayakasaurio enardecido por el hambre. 37. “Listo! Creo que ya no podrá alcanzarnos!”- Dijo Franz, entrando algo mas por ese estrecho pasadizo rocoso. Pero no contaban con la tenacidad del Kayakasaurio, el cual daba picotazos a la blanda roca, agrandando el paso. “Debemos atacarle! Tirémosle piedras al pico! Lo lamentara!”- Aviso Franz. La verdad es que no eran muchos los trozos, y por ello el animal siguió dando picotazos a diestra y siniestra, con tal mala suerte que desprendió un trozo del techo, que cayó sobre su cabeza, rompiéndola tal como si fuera una cascara de huevo. El cuerpo comenzó a tiritar, y con ello logro salir de la cueva. “La mejor defensa es el ataque! Aunque fue el mismo quien se dio de baja!”- Se ufano Franz, recordando la frase de Napoleón Bonaparte. Salieron de allí y se dirigieron al campamento de los Rescatados, y a través de Vona, una de las mujeres que entendían algo del idioma que le iba ensañando Franz, y algo del idioma que ella lograba enseñarle del suyo, supieron que habían personas que no confiaban ya más en su liderazgo, y querían elegir otro guía más ocurrente. “Como quieran! Un trabajo menos para nosotros!”- Dijo Franz, herido en su amor propio. En tres días se eligieron lideres que conducirían el grupo hacia lo que pensaban seria un territorio libre de amenazas. Vona también dejo a Franz, aduciendo que su gente estaba primero en su corazón. “Como quieras! Que te vaya bien con tu elección!”- Le deseo Franz, aun mas enojado. Sin embargo, a la hora de irse, el grupo se presento ante ellos y el líder elegido les dio las gracias por salvarles de los Gigantes, y Vona tradujo el final del discurso, diciendo: “El nuevo jefe les pido que no se vayan, pues nos han salvado de la esclavitud y estamos en deuda eterna con Uds.” 39. Fagocito sonrió, diciendo: “Con ellos poco y nada tenemos en común. Cierto es que deambularemos por todos lados y un mal día nos va a comer un dinosaurio carnívoro si quieres te quedas!” Viendo Franz que la perspectiva de irse los dos solos era más que mala, accedió a quedarse y vio rostros sonrientes en la mayoría de esas personas. Vona siguió siendo la mujer de Franz y Fagocito prefirió no involucrarse con mujeres, para no sufrir decepciones y discusiones… A los pocos días de esto, salieron a cazar con lanzas de madera y capturaron a un Minmi que trajeron al poblado. Esa noche hubo asado y el jefe de ellos era alabado por pedirle a Franz y Fagocito que se mantuvieran en el pueblo. Franz luego se dio cuenta de que Vona estaba ahora embarazada y por tanto hizo choza aparte de los demás, aunque apegada a la choza mayor, para así no tener la puerta hacia el campo en que deambulaban fieras. Cuando nació el hijo de Franz, este pidió a Fagocito que si algún día muriera, se hiciera cargo del hijo. “Ah, un padrino! Por supuesto que acepto; es un honor prometer cumplir con ese encargo.”- Dijo Fagocito, palmeándole la espalda. 40. Con ese juramento, Fagocito colaboro siempre con el hijo de Franz y Vona. También sentía pena de ver que iba a vivir en un mundo sin la medicina, sin vacunas contra las pestes, sin hospitales ni agua potable. Aun hizo un lisado de lo que no había y procuro comenzar los rudimentos de toda ciencia, pues comprobó que los traídos al planeta por los Niburianos eran seres sacados desde algún planeta en que la civilización aun no afloraba. Con Franz hizo un tonel con grava y arena, a fin de filtrar el agua, y obtuvieron resultados positivos, con lo cual fabricaron tres filtradores, que al cabo de un mes debían ser vaciados, limpiados y vueltos a llenar. “Es duro pero necesario. También hay que hacer baños, cloacas, cosa de no alimentar bacterias y virus peligrosos, que a través del viento, insectos y pájaros nos pueden perjudicar.”- Decía Fagocito y Franz intuía que esta nueva actitud de su compañero era influenciada por su nueva cualidad de Padrino. De otros adelantos la gente fue interesándose en ayudar, y así crearon establos en que criaron animales herbívoros de crecimiento rápido, así obteniendo huevos y carne. “Hemos impulsado el matar para comer. Ahora impulsaremos la agricultura.”- Opino Franz. Esto costo más pues había que labrar la tierra, así es que le dieron más importancia a la plantación de árboles frutales, oreados por estacas a fin de impedir el paso a dinosaurios herbívoros. Cinco años más tarde, el fantasma de la extinción se había alejado algunos pasos. “Creo que podríamos empezar a pescar en el mar. Cierto que son pocos para tanta diversidad de ocupaciones, pero al menos , dar un rudimento inicial.”- Opino Fagocito. “Madera hay de sobra. Bitumen para calafatear hay que buscarlo. También la minería está ausente. Creo que era mejor la civilización de los gigantes para una tarea tan grande.”- Opino Franz. “Recuerda que ellos impulsan la religión en que ellos son dioses omnipotentes y que deben ser alimentados y servidos. El pago era muy grande.”- Comento Fagocito. Dos años más pasaron para tener una lancha apta para salir a pescar, y si al principio muchos pobladores se habían entusiasmado con la navegación, al final solo tres hombres perseveraron en salir a pescar de vez en cuando. Cada vez que salían, regresaban con varios kilos de pescados, que el poblado comía fritos. Franz llevaba ahora a su hijo Laurencio en sus viajes de pesca, para gran preocupación de su madre. Franz decía que el barco era muy seguro, y que serian él y Fagocito los guardianes de su hijo. 42. “Ah! El aire salino, las olas azules y la brisa llaman a vivir plenamente!”- Decía Fagocito, remando junto a los tres ayudantes y Franz con su hijo al timón. “Cierto! Veo pájaros revolotear hacia el sur, y puede que estén avizorando un cardumen!”- Acoto Franz, mientras su hijo miraba el ritmo de los remos al caer al agua e impulsar el bote. Remaron y hallaron que efectivamente era un cardumen. Echaron las redes y luego fueron recogiéndolas con varios peces que coleteaban deseosos de volver a su ámbito natural. Pena daba a Fagocito sacar animales del agua para luego matarlos, pero seguía laborando para seguir dando que comer a la gente del pueblo. Ya la costa se veía lejana, cuando una niebla se fue interponiendo entre ellos y la tierra firme, por lo cual decidieron volver de inmediato. Poco después esa neblina se coloreo de amarillo y parecían danzar corpúsculos blancos dentro de ella. “Atrás, atrás! “- Dijo el asustado Franz, recordando la misma misteriosa neblina que le había sacado de su época. Pero no alcanzaron a huir y la niebla les engullo, y por tanto, dejaron de remar. Media hora estuvieron allí al pairo, y vieron que esa neblina se levantaba, se evaporizaba y terminaba por desaparecer. “Espero que esto no nos traiga consecuencias!”- Comento Franz, mirando hacia la costa, que se veía tan distante como al principio de enfrentarse con el fenómeno. Giraron la proa hacia la costa, hasta adonde habían partido anteriormente. Bajaron los hombres y empujaron el bote lejos del agua, para luego sacar las cestas con pescados, y dejaron las redes a secar colgando de algunas ramas. Caminaron hacia el poblado, y no lo hallaron. “No hay poblado!”- Dijo Franz, al llegar al conocido sitio, que sin embargo mostraba arboles viejos en vez de cabañas y cercados para animales. Caminaron en rededor, viendo los mismos montes a lo lejos, y que les confirmaban que estaban el lugar correcto pero quizás en el tiempo equivocado. “Brujerías!”- Murmuro Fagocito y en sus ojos llameaba el espanto. 44. Esa noche asaron los pescados y comieron hasta hartarse, ya que sabían que sin refrigeración, al día siguiente estarían de mal olor. Franz dijo: “Si lo que pienso es verdad, habremos regresado a nuestro tiempo y lugar. No sé si estamos al norte o al sur de Ladem, o nos movimos hacia otras latitudes. Creo que lo más lógico es avanzar hacia el norte.” Fagocito dio una mirada hacia donde dormía Laurencio, y respondió: “Bien pensado. Mejor caminar a la vista del océano. Si hay barcos, los veremos pasar.” Franz asintió con un movimiento de cabeza y se acostó a dormir. Fagocito monto guardia hasta que le venció el sueño. Al día siguiente comenzaron a caminar hacia el bote y en el remaron hacia el norte. Además lanzaron la red, atrapando algunos peces, para asarlos y comerlos al llegar a tierra firme. Por cinco días esa fue su rutina, y al sexto día, tras pasar un promontorio, vieron una ciudad, con muchos edificios y naves saliendo y entrando desde y hacia los muelles. “Una ciudad! Qué maravilla!”- Se alegro Franz, abrazando a su hijo. Remaron hasta llegar a una playa, ya que el muelle estaba atestado de barcos. Había gente por allí, vestidos con ropas terminadas en triangulo, y calzando zapatillas. Fagocito se acerco a un hombre que les miraba con curiosidad, y le dijo. “ Amigo, esta es la ciudad de Lamida?” “Ciertamente. Oiga, por que andan vestidos tan rústicamente? Estarán filmando una película, acaso?”- Pregunto ese joven. “No! Por qué, parecemos actores?”- Retrucó Fagocito. “No se ofenda! Pero parecen ser náufragos!”- Dijo el joven, alejándose ante la mirada iracunda de Fagocito. Franz , que había escuchado lo antes dicho, le palmeo el brazo, diciendo: “Ten calma! Vestimos ropa hecha de cueros cosida con tripas y nuestras cabelleras nos llegan a la cintura! Que querías, pasar desapercibido?” Fagocito recordó que sin dinero, la persona no existe en una ciudad, y dijo: “Asemos los pescado que traemos! En ningún Restaurante lograremos un plato de comida!” Asi, buscaron trozos de madera y comenzaron a asar los pescados. Una vez logrado, comenzaron a comer, siendo observados por un grupo de personas, que comentaban lo extraño que era para ellos esa escena… 46. A media tarde se acercaron a ellos dos mujeres vestidas de verde, que llevaban insignias en sus pechos. “Que hacen aquí? Está prohibido asar pescados en la playa.”- Dijo una de ellas. “Quien lo dijo? Ya apagamos el fuego.”- Respondió Franz. La otra mujer de rostro basto, pregunto: “Y quienes son Uds.? Denos su identidad.”- Y saco un objeto rectangular y lo poso sobre el brazo de Franz. “Olga! Este hombre no registra identificación!”- Avisó esa mujer. “A ver? Probare con mi escáner.”- Dijo ella y obtuvo el mismo resultado. “Qué raro! A ver, veamos en el acompañante.”- Y usando el aparato, comprobó que tampoco registraba datos, que obviamente no se registraba porque nada tenían injertado en los brazos. Olga dijo: “Parecen ser tránsfugas! Y mira sus ropas! Hay que llevarlos al Centro.”- “Así es. A ver, caballeros, deben seguirnos para identificación.”- Ordeno Silvia, quien era la de más rango de las dos. 47. Franz enarcó las cejas y dijo a Fagocito: “Y si nos negamos?” “Mala idea. Esta gente parece ser pacifica y nos pueden resolver que hacer en esta ciudad, sin dinero ni lugar en que dormir.”- Opino Fagocito, mirando a la más joven de ellas. Así, en casi procesión de curiosos que les seguían, entraron a un edificio, en el cual terminaron dentro de una sala. Allí llegaron primeramente algunos funcionarios tentados de la risa, al verles mal vestidos y con cabellos largos y con olor a pescado, para tratar de encasillarles con el oculto propósito de averiguar quién les había removido el obligatorio chip de identificación desde sus cuerpos. Estos salieron sin obtener mucha información y dos horas después entraron otros personeros, estos sin risas y con expresión decidida. Fue a ellos a quienes Fagocito les explicó su extraña aventura y luego Franz les pidió que normalizaran su estadía en la ciudad. También les tomaron muestras de sangre y exámenes varios, entre ellos el de cardiograma, conteo de glóbulos, análisis de grupo de sangre, lipidemia, colesterol, y otros. Tras esos exámenes les llevaron a una sala en que , por turno, fueron interrogados por alguien en pantalla. El interrogatorio duro quince minutos y luego el hombre en el monitor dijo: “Dos personas evidentemente de origen terrestre y el niño mezclado con la raza nativa. Comprobada la ascendencia se les implantara el chip de ciudadanos.” Salieron de allí directo a un laboratorio en donde les implantaron los dichos chips de control e identificación, en que una persona de mediana edad leía un informe en un monitor. Levanto la vista para mirarles y dijo: “Tomen asiento, señores. Debo informarles de algo que les atañe.” “Como Ud. diga. Estamos algo preocupados por el niño. Lleva muchas horas deambulando tras nosotros.”- Pidió Franz. “Entiendo, pero seré breve. Uds. hablan bien nuestro idioma por lo que se supone que pertenecen a nuestra civilización y tienen derechos y obligaciones correspondientes a ella. Sus chips sirven para obtener tres comidas gratis en los comedores comunitarios. El horario es de ocho a nueve horas, de trece a catorce horas y de 20 a 21 horas todos los días sin excepción. Hay otros lugares privados si quieren cambiar de Menú, pero deberán pagar en moneda local, y estos se obtiene trabajando en algunas empresas que se les indicaran.”- Comunico la mujer. “Deseamos un domicilios, lavarnos, tener camas. Quizás un albergue provisorio.” Pidió Fagocito, algo avergonzado. “Ciertamente hay en la ciudad ese beneficio. Les daré direcciones y una tarjeta autorizándoles. “- Dijo ella y les dio las tarjetas que llevaban una clave electrónica. Salieron de allí para dirigirse a la dirección más cercana, mostraron esas tarjetas y les designaron un departamento consistente en tres piezas, cocina y un baño con lo básico. Se pudieron bañar y hallaron hasta batas para ponerse tras la ducha. “Yo botaría estas ropas con olor a rata! Y que hacemos para tener mejores calzados?” – Pregunto Fagocito, mirando sus sandalias hechas de cuero y corteza de árbol. 50.

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