Desde Chile para el Mundo.

Sunday, May 31, 2020

Casa Juillet Films

Donald Trump va a declarar a Antifa como grupo terrorista





Trump es un tipo que actua fuertemente, y no se esconde . Se necesito esto en Chile en 2019 y despues. Ojo a la hora de votar !

Friday, May 29, 2020

Anales del Club Filocosmico 2020 2 parte.

El capitán Kribel dio orden de regresar al campamento, y al ir pasando por un sendero en la maleza, hallaron una especie de orquídea gigante, muy hermosa, de la cual flores fueron cortadas para ornato y también estudios sobre su composición. A la hora de la cena, el profesor Dagoberto dijo:” Estamos en un planeta sin animales. Pero recordemos nuestra vida allá en la Tierra, plena de animales, peces y aves! Todo se echa de menos aquí.” Pacorio, uno de los militares, dijo: “yo no echo de menos a la gente; aquí hay paz. La ente por lo general es buena y trabajadora, pero hay muchos jóvenes y no tan jóvenes que quieren todo gratis y roban, insultan, no dejan vivir en paz.” “Me imagino que Ud. ha vivido malas experiencias?” Preguntó el profesor Dagoberto. “Y que lo diga! Estuve enviado por un año a un país del sur; no sabe Ud. Las tropelías que me toco ver y sufrir!” Respondió Pacorio, secándose el sudor de su frente con auxilio de una servilleta. “Es que hay países que son manejados por organizaciones creadas por países poderosos, a fin de sojuzgarlos! Es simplemente un caso de chantaje político: si quieres dinero en créditos que te salvan la economía, pues debes obedecer las órdenes que se te dan vía esas organizaciones, y punto! El problema es que muchos administradores prefieren doblar la cerviz antes de declarar el país en quiebra.”- Opinó el capitán Kribel, y con eso fue suficiente de sobremesa: se dirigieron a sus literas y pronto estaban dormidos, excepto los guardias de turno, que debían permanecer vigilantes durante toda la noche… Durante quince días permanecieron en el mismo sitio, tomando muestras pero mayormente descansando del pesado viaje por el espacio. Una noche, estando el capitán Kribel en la cabina de mandos, se recibieron señales de radio, que alertaron al personal. “No es un idioma conocido! Es un rumor como de ramas al quebrarse.” Opinó Pacorio, que estaba de guardia en la radio. “No tiene por que ser un idioma conocido! No han llegado terrestres acá, excepto nosotros.” Aclaro el capitán Kribel, escuchando el extraño ruido. “Estoy triangulando el origen, capitán! Uso el micro satélite que dejamos en orbita estacionaria.”- Aviso Pacorio, tomando nota desde el computador maestro. Pronto agregaba: “Están a doscientos cincuenta kilómetros de aquí, en dirección norte! Relativamente cerca.” “y al parecer no nos han detectado.” Opinó Kribel, quien pensó de inmediato en la seguridad de la nave y sus ocupantes. “Es que no hemos activado ningún circuito electrónico excepto los de sobrevida! “- Dijo Pacorio, mirando al piloto. “La nave esta a la sombra de los grandes árboles! Por eso no somos visibles desde el aire! Iremos a investigar usando los trajes voladores! No quiero usar ninguna nave auxiliar- esas producen mucha señal magnética.” Opino el capitán Kribel, pensando en a quienes enviar, y como por telepatía, Pacorio dijo:” Me ofrezco de voluntario, capitán! Será una misión excitante.” “Claro; pero debemos mantener los protocolos de primer contacto! Nada de apresurarse.” Dijo Kribel, mirando al piloto, quien dijo:” Yo no deseo ir, capitán. Quizás debamos salir con prisas de aquí.” “Orson, no temas! Nadie te va a mandar obligado… no es cierto, capitán?” Pregunto Pacorio, a lo que el capitán frunció el cejo, diciendo:” No he pensado en enviarle! Veré entre los demás muchachos a quienes quisieran ir… no quiero enviar personas con miedo en su mente.” Pero una vez localizado la emisión y su origen, cambio en algo su opinión y comento:”Mejor iran cuatro voluntarios usando quadropteros! No hay para que arriesgar la KIADOS en maniobras planetarias.” Los cuatro aeronautas fueron: Draper, White, y Harding. Se fueron volando por sobre el bosque, las llanuras y cruzaron un río. Delante de sus ojos apareció una montaña muy alta, y a sus pies había como una torre oscura y maciza. 23. Inmediatamente bajaron a tierra, dejando los vehículos ocultos bajo matas. “Nos acercaremos de a pie. No debemos descubrirnos hasta saber quienes son.” Opino Draper. “No llevamos armas. Quizás eso está mal!” Dijo White. “No tenemos miedo!” Exclamo Harding, y rieron, pues si lo tenían! Afortunadamente los matorrales abundaban y por entre ellos avanzaron lentamente, temiendo que hubiera extraños por los alrededores. Pronto la torre metálica estaba a su vista. “Miren! Una mina en la ladera de la montaña! Y vehículos.” Dijo Harding, apuntando con un dedo. Todo lo que podían divisar era borroso por la distancia, así es que se fueron arriesgando al acercarse a fin de ver mejor. 24. Al divisar, por fin, a los usuarios del navío aéreo, se dieron cuenta con pavor de que no eran humanos sino que una especie de castores! Median alrededor de un metro cuarenta centímetros, y no usaban ropa; pues no las necesitaban ya que sus cuerpos estaban recubiertos de pelos. Usaban camionetas para sacar el mineral desde la mina, y humaredas desde el navío indicaban que allí mismo estaban fundiendo metales. “Es lo lógico! No van a llevarse cientos de toneladas de roca en su viaje! Solo se llevaran el metal refinado!” Comento Draper, mirándolo todo con sus prismáticos. Más de cien “castores” se veían ahora, entrando y saliendo de la mina, y muchos de ellos manejando vagonetas cargadas de metal. 25. Como les vieron tan ocupados en sus tareas y por ende despreocupados del entorno- los cuatro voluntarios se fueron acercando cada vez más, y llegaron hasta percibir el olor de aquellos seres- agrio y seco, olor a pelos y sudor! “Estoy grabando todo. Menuda sorpresa se van a llevar el capitán y los demás cuando videen esto!” Opino White, maniobrando una cámara de video con zoom. El reflejo del vidrio llamo la atención de los castores, y más de uno se les quedaron mirando. Un silbato resonó, y de la nave brotaron otros, de mayor tamaño, portando lo que parecían lanzas aguzadas. “Huyamos!”- Dijo Draper, y corrieron de regreso a sus quadropteros. “Nadie nos sigue!” Opino Draper, mientras subían a esos vehículos. “No estés tan seguro!” Dijo White y se elevaron prontamente. Desde el aire no conseguían ver gran cosa de sus posibles perseguidores, por lo cual regresaron al navío espacial, en donde narraron lo que habían visto. “Mala cosa! Ya saben que estamos aquí!” Opino el capitán Kribel. “Perfecto! Que hará Ud. Al respecto, capitán?” Inquirió el profesor Dagoberto. “Ya que no estamos en guerra con nadie, y ellos solo quieren fundir metales e iré; no tengo objeción alguna que hacer. Queda la interrogante: son o no de este planeta? Porque no hemos explorado todo! sólo filmaciones desde el aire, que valen solo para propósitos de mapeo! Así las cosas… nos alejaremos de este planeta, y espero que ellos- sean lo que sean esos seres- no nos sigan! Daré orden de zarpar dentro de tres horas.” Dijo el capitán Kribel, con un gesto autoritario. Despegaron sin problemas, y giraron tres veces sobre el planeta, tomando velocidad y calibrando la parábola hacia el interior del sistema planetario: llevaban carga de agua y frutas congeladas, suficientes para la alimentación suplementaria. El capitán dormitaba en su sillón de mandos, mientras el piloto y otros tripulantes se encargaban de que los sistemas de la nave funcionaran correctamente. Pasaron cerca de las lunas del quinto planeta: meras esferas de roca y polvo, de un radio la mitad del tamaño de la lejana Luna. “Cuatro días mas y llegaremos… que hallaremos allá?” Pregunto el capitán Kribel. “Agua y atmosfera respirable! No hay señales de radio. Probablemente tampoco humanos.” Opino Orson el piloto. “Serian buenas noticias: no me gustaría declarar habitable un planeta en el cual tribus hostiles batallaran en contra de nuestros futuros colonos.” Dijo Kribel. “Chinos!” Escupió Draper, que le significo una mirada reprobadora del capitán, quien luego dijo:” No importa de adonde vengan los colonos; solo importa que salgan de la tierra tan pronto como regresemos con las noticias de que si: de que acá hay mundos aptos para ser colonizados.” Draper tosió, porque no quiso llegar a una discusión con el capitán Kribel, ya que su idea de ir colonizando planetas con asiáticos no era su preferido modo de actuar… En el comedor, el profesor Dagoberto tenía ante si varios libros y cuadernos, anotando datos y conversando con su equipo. “Ahora llegaremos a un planeta parecido al anterior. Es posible que nos encontremos con muchos sorprendentes especimenes. Quizás hagamos historia!” Dijo el profesor Dagoberto. “Eso es seguro.- Dijo Lex. “Para eso hay que anotar lo que veamos! Deberán traerme especimenes, que analizare con la ayuda de Melisa… transportaremos lo hallado y con suerte, ayudaremos a la ciencia con estos descubrimientos.” Dijo el profesor Dagoberto. Bajó la lanzadera con los militares y tras una semana de exploraciones en el trópico (que era el sitio mas templado) enviaron un mensaje al capitán Kribel: “Capitán: todo bajo control en las coordenadas antes enviadas. El lugar es una llanura de pastos, cerca de un río y bosques extendiéndose hacia el sur. Puede Ud. Descender la nave cuando le parezca mejor. Hay un radio faro indicador en posición.” “Entendido. Bajare la nave ahora.”Respondió el capitán, sobandose la barbilla. En el trayecto, atravesaron una capa de nubes, y pronto estaban sobre la llanura; la nave auxiliar brillaba bajo la luz del astro. Posándose a cien metros, la “Kiadol” quedo a cuatro metros del suelo, apoyada en seis grandes patas sustentadoras; una de ellas con un ascensor por el cual podían bajar las personas; a un costado abriose un portaron y luego se dispuso una rampa, por la cual descendieron tres camiones oruga, con lo necesario para armas dos carpas metálicas. “Esto es aire puro! Me agrada.” Opino el profesor Dagoberto, aspirando el embalsamado aire que llegaba desde los bosques cercanos. Lexer Duval camino por entre los arbustos, viendo mucha vida: insectos y pequeños roedores que imitaban el color pardo claro de las yerbas. 31. Melisa se acerco a Lexer, diciendo: “Espero que el capitán Kribel no me haga dormir en una tienda de campaña! Me daría mucho miedo dormir sin protección en este planeta desconocido!” Lex sonrió, palmeándole un brazo, y dijo: “No creo que lo haga antes de tiempo! Aunque no veo nada peligroso por acá.” Ella miro en torno, que estaban bañado por el astro rey, y dijo:”una nunca sabe lo que esta por venir!” Y permaneció al lado de Lexer, porque no se sentía segura. Algo le decía que pisaban terreno peligroso… Sin embargo, no era esa la sensación de la mayoría, que corría de un lado al otro; admirando todo lo que les parecía raro, sobre todo la vegetación circundante. Al llegar la noche, los militares prefirieron dormir en las tiendas; sobre todo porque podían beber bebidas alcohólicas al no estar en una nave espacial, en donde los reglamentos no las autorizaban. Laura Diskin quedo de guardia por las primeras dos horas, y vio una bandada de pájaros volando bajo la luz difusa de las dos lunas del planeta. Cuando Pacorio la reemplazo, ya uno de los satélites se había puesto bajo el horizonte. Tres horas después, vio una silueta deslizarse por entre los arbustos; estuvo mirando al animal, ahora usando los lentes ultra violeta. Media dos metros de cabeza a inicio de la cola y con una altura de metro y medio. 32. El animal ignoro las tiendas y tras deambular a unos 20 metros, se retiro yéndose hacia el sur- este. Viendo el video varias veces, Pacorio se dio cuenta de que el animal pertenecía al orden proboscídeo, y por tanto el animal era una especie parecida al elefante. Esto le lleno de optimismo, pues si habían elefantes, teóricamente a ya no habrían dinosaurios, clase que obviamente su peligrosidad es mucho mayor que en los mamíferos. Al amanecer, el capitán Kribel apareció viniendo desde el navío, y recibió el informe de parte del militar, y luego dijo: Elefantes! Una buena noticia en realidad. Es un vegetariano y por ende, debe haber más de su especie en este lugar de bosques. 33. A las trece horas un grupo de militares y voluntarios caminaron lejos del campamento, en misión de caza. “No debieras haber venido! Te ves con sueño.”- Dijo Laura Diskin a Pacorio, y este se afirmo la correa de su fusil y replico: “no creo! Me gusta ver cosas nuevas.” “Pero tienes cara de sueño!”- Se rió Laura. “Y tu eres linda.”- Avisó Pacorio, dándole una mirada significativa. “Crees tú?”-. Se rió ella, complacida por el piropo y lo que significaba. “Eres linda, y siempre te he visto alegre. Me gustas.”- Se decidió Pacorio a empezar “algo” con ella, dado el caso de que no tenía pareja y necesitaba alguien que le diera ánimos. “Oh, mira para allá! Hay una bestia.”- Exclamó ella, y el grupo se detuvo ante tal frase…Alberto miró a través de su binocular y dijo:” Es una elefante! Lo se, porque sus colmillos son pequeños.”- 34. “”Seria una lastima matarle! “- Comentó Pacorio, y Arnon agregó:” La idea es Acabar con los depredadores. Esos son los enemigos.” Y por ello continuaron su marcha, precedidos por quadropteros de observación- que al ingresar ellos al bosque, solo podían dar información cuando hallaban algún claro libre de árboles frondosos. Sintieron un tableteo en el aire, y pronto vieron al causante, que eran dos insectos de un metro de largo que golpeaban sus élitros para copular. Tenían cabezas fusiformes, de ojos facetados y sus cuerpos Lucian rojos y lustrosos. Arnon disparo su LASER y los corto por el medio; un liquido verdoso estallo y salpico los alrededores, algunas patas siguieron moviéndose en forma espasmódica. “Buen tiro!”- Sonrió Pacorio. El olor a chamusquina quedo atrás, ya que siguieron avanzando; los árboles se espaciaron y luego vieron un trono de unos veinte metros de ancho, cuyo tallo subía otros cuarenta metros, era rugoso y las ramas abarcaban cientos de metros, muchas de ellas bajaban al suelo, formando verdaderas murallas; las hojas eran laminas de tres metros de largo por dos metros de anchas. “Son metálicas?” Pregunto Arnon, tocándolas. Con un rayo láser cortaron algunas y crepitaron, cayendo trocos al suelo con metálico sonido. Rodearon el árbol, y mas adelante hallaron otros mas altos, en verdad ya se hacia dificultoso seguir por allí, y a media tarde retrocedieron el andar, llegando a la nave al anochecer, sin haber hallado piezas que cazar. “Que aprendimos hoy?” Pregunto el profesor Dagoberto, mirando la mesa en que posmilitares habían dispuesto: vegetales, insectos y algunas piedras recogidas desde un arroyo. Trabajo en ello con Melisa la bióloga, ya que Martín se sentía enfermo y guardaba cama en una cabina de la nave. 36. “Estos insectos son muy iguales a los terrestres. Excepto esos dos que calcinaron con el rayo láser… grandes!”- Dijo el profesor Dagoberto. En la cabina de Lexer, que dormía ya, se abrió la puerta sigilosamente e igualmente se cerró; la persona que había entrado se aproximo al lecho y beso la frente de Lexer. “Quien es?” Preguntó este. “Yo, Riadna! Tengo miedo. Déjame estar contigo.” Pidió ella, y se acostó a su lado. Pronto Lexer la abrazo y en el calor de la noche se hicieron amantes. Al día siguiente Riadna le sonreía muy amorosa y Lex andaba cerca de ella todo el tiempo. El capitán Kribel envío a dos militares usando quadropteros en la misma dirección del día anterior, diciéndoles:” El rango de acción de estas maquinas es de 200 kilómetros; es decir que deberán devolverse antes de los cien kilómetros recorridos en línea recta, a fin de desviarse diez kilómetros hacia el oeste. Así cubrirán una franca de veinte por cien kilómetros.” “Entendido. Lo videaremos todo.” Repuso Pacorio, haciendo un saludo militar… a raíz de cuentas, el capitán Kribel, sin importar su calidad de civil, ahora era su jefe… Los dos aeronautas podían comunicarse por radio y al cabo de ochenta kilómetros de la Base, vieron a una bandada de aves aproximándose por la izquierda. “Veo unos pájaros aproximándose… elevémonos!” Dijo Pacorio por su micrófono. “Son grandes… al menos de un metro y medio.” Opino Alberto; pero pronto las criaturas comenzaron a aletear a fin de alcanzarles. Sus dimensiones eran ahora mayores al metro y medio antes calculado. 38. “Dispárales!”—Aviso Pacorio, desenfundando su revólver. Al ruido de los disparos, los pájaros se alejaron, revoloteando heridos. “Ya no volverán!” Rió diciendo Alberto Vieron un río desde la altura, y Pacorio dijo: “Ya llevamos setenta y cuatro kilómetros de recorrido. Creo que alcanzaremos a llegar a ese río.” Fueron bajando paulatinamente de altura, debido a que el viento arreciaba y movía los quadropteros alocadamente. Ya a treinta metros de altura, el peligro de darse vuelta y así caer disminuyó notablemente. Tras un bosque vieron al río, que era enorme. Bajaron sobre una ladera de pastos y sacándose los cascos de protección. Pacorio dijo:”Vayamos al río, quizás podamos darnos hasta un chapuzón!” 39. Recargando los revólveres, llegaron a la ribera, que tenia profusión de ramas y arbustos; por entre la maraña buscaron un lugar seco; y de allí al agua, dejándolas ropas sobre unas rocas. Cuando iban a medio camino hacia el río, escucharon un estridente silbido, seguido de una respuesta gutural, una especie de gemido rabioso; no vieron que animales producían esos ruidos hasta avanzar un poco más: dos animales se disputaban el territorio – o algo más- atacándose furiosamente. 40. El mas alto, de unos doce metros, reposaba su cuerpo sobra la parte trasera elevando un cuerpo escamoso que finalizaba en una cabeza puntiaguda, que tenia unas fauces erizadas de blancos colmillos. Lo peor de ver eran sus seis patas, largas y terminadas en cascos de duro material amarillento. Avanzaba y daba mordiscos a su rival mas pequeño, de unos cuatro metros de largo y dos metros de alto, voluminoso y con una coraza de cuero endurecido que estaba formada por franjas a lo ancho, que llegaban hasta medio cuerpo. Su hocico era el de un vegetariano, así es que su única defensa era dar topetazos en contra de las patas del primer animal, que se tambaleaba al recibirlos. Este animal también tenia seis patas, pero al estilo de un elefante. “Grandes bestias! Disparemos en contra del carnívoro!” Dijo Pacorio y aunque descargaron sus revólveres en contra de la bestia, esta o cayo al suelo, más bien, ataco más duramente al hexápodo de la coraza de cuero. Los dos hombres retrocedieron hacia sus vehículos y se alejaron de regreso a la nave espacial con la escena grabada en sus mentes…. 41. Se reunieron con el capitán Kribel y contaron lo visto; luego de ver el video, este dijo: “Grandes animales hay en este planeta! Quizás sean dinosaurios de especies desconocidas. Veremos todos estos videos en la sala de comidas, y espero que el profesor Dagoberto nos de explicaciones.” Riadna escucho la conversación a través de un visor y dijo a Lexer:” MI amor! Tengo noticias de lo que vieron Pacorio y su compañero.” “Ah, si? Y que fue lo que vieron?” Se intrigo él, que en ese momento limpiaba objetos en la sala de maquinas. “Dinosaurios! Así es que mis temores eran fundados! Ya no mas paseos campestres para mi!” Opino Riadna. Pronto todos en la nave hablaban de dinosaurios, cuidándose de no hablar frente al capitán Kribel, ya que se suponía que era un secreto; este dejo de serlo a la hora de la cena, pues luego de comer se exhibió el video para que todos tuvieran la oportunidad de saber que clase de raros animales habitaban el planeta. “Seis patas! Increíble que tengan seis en vez de cuatro!”- Comento Laura Diskin. 42. El profesor Dagoberto dijo:” No es tan extraordinario! A mayor gravedad, mayor peso deben resistir los esqueletos óseos! Por ello el par de patas extras.” Pero, acá no noto la mayor gravedad.” Opino Laura Diskin. “Ah, pero la hay! Capitán: por favor díganos que gravedad planetaria tenemos en este momento.” Pidió el profesor Dagoberto, a lo que el capitán Kribel se tomo su tiempo para responder.: “Tenemos gravedad 1.6... es decir, una y media gravedad de lo acostumbrado.” “Y yo no noto ese cambio!” Arguyó Laura Diskin. “Porque yo fui aumentando la gravedad paulatinamente en la nave, a medida de que nos acercábamos a este planeta! De lo contrario, mas de uno de Uds.se habría sentido agobiado por el peso de sus cuerpos.” Acoto el capitán Kribel. Se sintieron engañados y ya desde entonces miraron al capitán Kribel, con desconfianza, pensando en que mas había hecho en su actuar que era informal. 43. Sabiendo de esos animales, todos deseaban verlos y el profesor Dagoberto y su grupo, más Pacorio y Alberto, se dirigieron al lugar, al que llegaron tras dos días de caminata por el bosque. Armaron carpas en un lugar alto y desde allí se aproximaron al río. “No se ve ningún animal!” Apunto Riadna, tomada de la mano de Lexer. “Paciencia! Deben andar por allí.” Comento Lexer, quien en su fuero interno esperaba no ver a ninguno… solo por precaución. Pacorio descubrió los restos del animal pequeño que tan valientemente habíase defendido del animal mayor. Le faltaban las patas y la cabeza; en fin que lo único que se podía observar era el caparazón. “Se comieron las partes blandas.”- Dijo el profesor Dagoberto. 44. “Los carnívoros no deberían existir, y así el planeta seria un lugar agradable de colonizar.”- Opino Lexer, “Pero- Dijo el profesor Dagoberto.”- Son útiles a la hora de eliminar a las especies débiles.” Lexer se asombro de ese comentarios y replico.” Y Ud. Cree que eso es bueno y gentil? Prefiero un mundo en que las especies se respeten las unas de las otras. Si hay algunos ejemplares que deban desparecer por enfermas, el mismo clima se encargará de ello, pero sin violencia y dolor.” Fue entonces que el animal mayor de seis patas apareció, trotando por la ribera del río. “Ahí viene! Huyamos!”- Dijo la asustada Riadna. Corrieron hacia los árboles pero sus velocidades no eran nada al lado de la velocidad del animal, y por ello Pacorio comenzó a disparar su arma repetidamente hasta que ese animal se alejo sangrante. “Pensé que nunca iba a parar de correr hacia nosotros!”- Comento Pacorio, recargando su revolver. 45. Fue una suerte que no a Ud. No le matara!” Comentó el profesor Dagoberto, bajándose de una rama a dos metros escasos del suelo… de haber seguido el animal en su cacería, le habría devorado fácilmente… como a un caramelo sobre un palillo… Continuaron la marcha, tomando muestras de plantas y árboles, que crecían profusamente. El piso estaba recubierto de3 hojas semi podridas y muchas ramas secas. “Estoy cansada.” Dijo Riadna. “Descansaremos aquí. Repuse Lexer, y sentaron sobre un tronco de árbol caído. El grupo continuo su camino, sin darse cuenta de que la pareja se había quedado rezagada. “Es todo lindo.” Comento Riadna. “Es muy tranquilo. Pareciera que aquí son pocos los animales existentes.” Dijo Lexer, mirando hacia lo alto. Los troncos se elevaban unos 30 metros del suelo, con profusión de ramas y hojas. 46. Varios pájaros de colas largas multicolores pasaron volando, aunque uno de ellos se detuvo sobre una rama y pudieron notar que su pico era aserrado. Lexer dijo:” Estos son carnívoros! O así me parecen.” “Serán peligrosos?” Pregunto Riadna, temerosa. “Creo que un solo ejemplar puede ser inofensivo, pero en bandadas creo que serian una grave amenaza.” Opinó Lexer, por lo que se alejaron de allí apresuradamente. “No veo a los demás!”- Dijo Riadna, al ver un claro del bosque ante ellos. “Ya daremos con el grupo! No te preocupes.” Afirmo Lexer, observando su brújula. 47. A la media hora de camino escucharon voces. “Por allí están!” Avisó Riadna, inoficiosamente, ya que Lexer también había percibido el rumor de voces. Es que generalmente lo que el hombre piensa, la mujer lo habla… “Allí vienen!” Dijo el profesor Dagoberto, al verles aproximarse. “Adonde se habían quedado Uds.?” Pregunto Pacorio. “Descansamos un poco.” Replicó Lexer. “Ya nos preparábamos para ir a buscarles!” Aviso el profesor Dagoberto, añadiendo:” Proseguiremos la marcha hasta la llegada del oscurecer.” Y ya todos juntos continuaron la marcha, y al anochecer dispusieron las tiendas cerca de grandes troncos, apilando ramas alrededor como protección somera. “Ud. Quedara de guardia, Lexer! Yo lo reemplazare al cabo de unas horas.” Pacorio ordenó, quien hacia esto cual una debida penitencia para el rezagado… Lexer se posicionó en una rama a cuatro metros de altura, y Riadna le acompaño, pues temía que algo malo sucediera durante la noche. Ambos podían ver el entorno gracias a lentes infrarrojos. El moverse de las hojas bajo el impulso de la brisa los mantuvo alertas en un comienzo, pero con el correr de los minutos, Riadna se durmió apegada a Lexer. Una culebra comenzó a trepar al mismo árbol en que ellos estaban encaramados, y por tanto Lexer desenfundo su revolver y disparó en contra del ofidio, el cual cayó al suelo mortalmente herida. “Ay, qué pasa!” Gritó Ariadna, casi cayéndose desde lo alto, pero Lexer la sujeto. El grupo salio desde sus carpas enarbolando armas, listos para defenderse de lo que les amenazara. Trabajo le costo a Lexer explicarles el por que de esos disparos, y luego les mostró al ahora inerte ofidio, el cual media mas de dos metros de largo por unos cincuenta centímetros en su parte media. Pacorio se tranquilizo y dijo:” Yo seguiré de guardia! Vayan a dormir!” “Vamos.” Dijo Lexer a Riadna, tomándola del brazo, y entraron a su tienda. Ella se sentó sobre el colchón inflado, diciendo:” Crees que aquí estaremos a salvo?” 49. “Pacorio dará la alerta si es necesario; tranquilízate.”- Respondió Lexer, quien tenía muchas ganas de descansar - y abrazados, se tendieron en la cama inflada, en donde pronto estaban dormidos. Al día siguiente, el capitán Kribel movió la nave “Kiadol” a 500 kilómetros río arriba, a los pies de una montaña poblada de árboles. El motivo fue obtener agua en cantidades para la refrigeración de los motores, remplazando la ya poluta existente. “Colocaremos tubos conectores entre nave y río, y el aparato filtrador: todos deben cooperar!” Exigió el capitán Kribel y hubieron algunos que alegaron e contra de ello, pues ya se habían acostumbrado al ocio. “Eso es trabajo para hombres!” Alegaban las mujeres, pero debieron ayudar, pues el capitán no permitió excepciones. Mientras ponían en su lugar las cañerías, nubes de insectos picadores de sangre les molestaron, produciéndoles ronchas en la piel al descubierto. Algunas cremas desinfectantes se usaron para minimizar el desagradable picor. “Si hubiera sabido de esto, no vengo!” Comentaba Melisa… 50. Al anochecer ya funcionaba la bomba de agua; primero vaciaron parte del agua y después inyectaron agua del río, filtrada someramente. Repitieron el proceso varias veces hasta que el ph. fue el óptimo; retiraron la tubería al cuarto día, bajo la ayuda de las damas, que volvieron a reclamar por las picadas de insectos. “Y yo que ya me estaba curando de esas picaduras! – Alegaba Riadna. Artin Fernández le aplico ungüentos y le cuido la piel hasta que se curo. Días después, Lexer la vio besándose con Martín, y produjo una pelea en que ella también recibió algunas cachetadas. El capitán Kribel les dio orden (a los hombres) de que se mantuvieran alejados. Lexer dejo de comer con el grupo, humillado por la actitud de Riadna, que en un comienzo trato de minimizar el asunto, pero con la continua indiferencia de Lexer opto por entregarse de lleno a Martín Fernández, quien se sintió dichoso por ello. El capitán Kribel llamo a su oficina al profesor Dagoberto, para conversar de este caso. 51. “Supe del altercado entre el Sr. Fernández y el Sr. Duval, a propósito de una tal dama.” “Riadna. Si, lamentablemente. Pero Ud. Sabe como los asuntos románticos se quiebran fácilmente cuando un tercer personaje capta la atención de uno de los amantes.”- Comento el profesor Dagoberto, quien no era proclive a dilucidar conflictos amorosos ajenos… “Por supuesto y no estoy yo culpando a nadie. La Naturaleza humana es cambiante y la atracción física es algo poderoso; puede sentirse una mujer segura de su nexo con su pareja pero al ver a un hombre que le despierta interés y hasta deseos de entregársele, ahí vuelan sus promesas y fidelidad y elige gozar la nueva pasión; se da en el gusto y se auto-perdona con tanto razonamiento como sea necesario.” Dijo el capitán Kribel. “Entiendo que Ud. Es perito en estos casos.” Ironizo el profesor Dagoberto. “Y he leído mucho pero también he visto multitud de casos siendo capitán de nave espacial. “- Retrucó el capitán Kribel. 52. “Por supuesto.” Comentó el profesor Dagoberto, tosiendo. “Cuanto hombre sufriendo por días las traiciones y desdenes de su pareja, el lento olvidar, que también es doloroso y lo peor es que la victima no puede olvidar, no le es posible. Quizás porque su persona le esta diciendo que no es suficiente que la traidora vuelva diciendo que nunca le engaño y que sigue viviendo a su lado.” Kribel comento. “Y que cree Ud. Que el tal debería hacer?” Le inquirió el profesor Dagoberto. “Algo sencillo: irse de la relación, cortar ataduras, dividir lo que se unió. Vivir su vida sin sentirse equivocado.”Dio el capitán Kribel. “Ah, pero he visto que algunos siguen en relación.” Comento Dagoberto. “Hay que separar a los rivales. No creo que terminen siendo amigos y colegas, no. Por una parte, la mujer se sentirá la ganadora, la dueña de sus derechos, que tiene el poder de decidir lo que quiera en su vida, o no, Se le olvida que esta causando dolor y heridas, prefiere pensar solo en si misma. El nuevo amante se siente también ganador, mejor que la pareja desechada, reafirma su propio sentimiento de valer como hombre. Y el desechado se siente menos preciado, perdido en sus horizontes de vida. Íntimamente se pregunta si realmente vale menos que su rival, y hasta se cuestiona si verdaderamente es inferior en todo…” “Esas tres personas de ningún modo deben andar encontrándose por todas partes. Creo que dos expediciones es lo indicado. Enviar una expedición al norte co la nueva pareja y al sur con el hombre desechado.” Aviso el capitán Kribel. “Y no será eso peligroso?” Pregunto el profesor –Dagoberto, pensando en esos animales. Provistos de aparatos voladores, los dos grupos partieron a mediodía en direcciones opuestas: grupo Uno al sur: Pacorio, Melisa, Lexer Duval, Miguelin, Laura Diskin, Rayan. Al norte fue el grupo Dos: Aron, Alberto, Profesor Dagoberto, Lucero, Ana y Josefa. 54. En la nave y alrededores quedaron el capitán Kribel, Leeforth el radio operador, Draper, White, Harding, Larry y el resto, junto a la nueva pareja de enamorados: Riadna y Martín Fernández, que se opusieron rotundamente a ir en algún grupo lejos de la nave…El capitán no quiso hacer de esto una discordia, y por ello les permitió quedarse, ante toda lógica… La expedición de Pacorio. Pacorio lidero el grupo Uno: al hallar un bello paraje, bajaron sobre un claro en el que no se veían animales. “Precioso lugar! Vi una vertiente. Iré a ver si el agua es potable.” Dijo Laura, y camino por entre los arbustos del sector. El agua era cristalina y se derramaba hacia el sur- Este. Probo el agua con su equipo de química y el resultado fue positiva. Bebió usando una taza del equipo y dijo a los demás:” El agua es inocua y esta fresca.” Otros tomaban muestras de hojas y Rayan dijo:”Va haciendo calor. Quizá esté más fresco bajo los árboles del bosque.” “Yo iré contigo.” Se ofreció Miguelin, tomándola de la mano para que no se tropezara con el terreno que estaba regado de ramas caídas desde lo alto. “Hay diez billones de galaxias visibles desde la Tierra, y como humanidad sólo estamos empezando a arañar las estrellas mas cercanas al sistema Solar. Dijo Rayan. 55. “Sabes mucho de Astronomía.”- Preguntó Pacorio. “No mucho! Sólo un semestre de estudios. Los congelé al venir en esta expedición.” Avisó ella. “Sólo he leído algo sobre el tema, que no es mi especialidad: Las armas.” Avisó Pacorio. “Eres fuerte.” Dijo Melisa, dándole una mirada de soslayo. “Es que nos eligen así! Verdaderamente no es un mérito propio; se nace o no se nace con buen físico.” Opinó Pacorio. “Difiero en eso! Como? Si hay tantos gimnasios en que la gente desarrolla buenos músculos!” Opinó ella, mirando a los ya cercanos troncos de árboles. “Correcto! Se puede desarrollar lo que ya se tiene, pero sin agregar altura y fortaleza! Y no estoy en contra de esos gimnasios.” Avisó Pacorio, soltándole de la mano al ya adentrarse en el bosque, el cual tenia el suelo tapizado de hojas y ramas. Melisa había sentido agrado al contacto de la mano del hombre, y se había sentido frágil y protegida, y le gustó que él le soltara la mano, como signo de que no la iba a presionar a nada. Eso le provocó el deseo de incentivar en Pacorio un deseo por ella, y de ahí en adelante Melisa estuvo llena de gratos comentarios, miradas profundas y una actitud física leve y ágil a la vez… 57. Pernoctaron entre los árboles, dentro de tiendas; Pacorio estuvo de guardia y Melisa llegó a acompañarle. “Esta quietud es vigorizante. Hay tantos olores a vegetación! Me gusta.” Dijo ella, sonriente. Su rostro lucia sonrosado bajo la luz que emanaba de la fogata. “Así es y gracias por venir a compartir. Me sentía solo.” Dijo Pacorio, tratando de halagarla. “Ah, si? Porque estoy aquí’” Sonrío el Melisa, dulcemente. “Eres bella. Tu presencia enaltece mi vida.” “Ah, si?” Aleteó sus pestañas la mujer, agrandando algo sus ojos. El la acaricio y Melisa dijo:” Tu eres lindo!”- Ese adjetivo lo usan las mujeres cuando encuentran aceptable a un hombre, así es que Pacorio comenzó a besarla, Hasta que ella dijo:” Creo que es suficiente. Debes mantenerte alerta… nos veremos mañana.” “Si, mi amor.” Replico Pacorio, viéndola irse hacia una tienda. 58. Al día siguiente hallaron una cascada que bajaba desde los cerros; una poza se dibujaba entre matorrales y largos árboles. “Me daré un buen baño!” Opino Pacorio, y todos le imitaron. “Esto es un alivio! El agua es tan fresca y cristalina!” Dijo Melisa. “Eres bella y lustrosa!”- Le comento Pacorio en voz baja y Melisa le sonrío, nadando hacia la caída de las aguas. Tras el baño, continuaron avanzando por la ribera y vieron a un grupo de Pachycefalosaurios comiendo de las jugosas plantas existentes en el lugar. Uno de los Pakicefalosaurios, el mas voluminoso, les quedó mirando y Pacorio dijo:” Es el jefe del grupo! Retrocedan!” El consejo les valió de mucho, pues el animal troto en su direccion pocos segundos después, pero al ver que ser retiraban, ceso en su intento de ahuyentarles… y quizás hasta de embestirlos. 59. “Por poco! Creo que debemos evitar a los pachycephalosauros!” Opinó Pacorio, respirando fuerte tras la impresión. “Ud. Debería guiarnos mucho mejor! Casi me rompo una pierna por correr como loco!” Expresó el enojado Lexer Duval. Pacorio le miró de mala manera, pero no le respondió: estaban explorando y no había modo de saber todo acerca del lugar., habiendo estado tan poco tiempo en terreno. Melisa le consoló, tomándole de la mano y diciendo:”No hagas caso! Lexer habla de asustado que anda!” y algunos que la oyeron largaron a reír. Ahora caminaban cerca del río; pronto llegaron a un terreno alto y tras ir subiendo por la selva, vieron a un animal de ocho patas, peludo y con una trompa descomunal.”Es un herbívoro! Dijo Lexer Duval, olvidado ya de su enojo. 60. El animal media nada menos que 8 metros de largo y dos metros de altura. Tenía tres ojos: uno a cada lado de la voluminosa cabeza y otro en la frente, amparado por un cuerno de cincuenta centímetros. Lo rodearon, no fuera a ser que el animal eligiera correr hacia ellos… Vieron una cascada, que arrojaba toneladas de agua desde una altura de 20 metros. “Es algo hermoso.” Dijo Melisa, observando con ojos maravillados ese fenómeno de la naturaleza. Troncos y ramas viajaban por la faz del río, y al caer giraban antes de hundirse en las profundidades de la poza que el río había cavado. Río arriba este corría mansamente, pudiéndose ver la otra orilla a ciento veinte metros de distancia. 61.

Sunday, May 10, 2020

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